I Corintios 12, 1-11

En cuanto a los dones espirituales, no quiero, hermanos, que viváis en la ignorancia. Sabéis que, cuando erais gentiles, os dejabais arrastrar ciegamente hacia los ídolos mudos*. Por eso os hago saber que nadie, movido por el Espíritu de Dios, puede decir: «¡Maldito sea Jesús!»; y nadie puede decir: «¡Jesús es Señor!», si no lo hace movido por el Espíritu Santo. Hay diversidad de carismas, pero un mismo Espíritu; diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos*. A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común. A uno se le pueden conceder, por medio del Espíritu, palabras de sabiduría*; a otro, palabras de ciencia*, según el mismo Espíritu; a otro, la fe*, en el mismo Espíritu; a otro, carisma de curaciones, en el único Espíritu; a otro, poder de hacer milagros; a otro, don de profecía; a otro, discernimiento de espíritus*; a otro, facultad de hablar diversas lenguas*; a otro, don de interpretarlas. Pero todas estas cosas las obra un mismo y único Espíritu, que las distribuye a cada uno en particular según su voluntad.
Ver contexto