I Corintios 2, 1-5

Yo mismo, hermanos, cuando fui donde vosotros a anunciaros el misterio de Dios*, no confié mi mensaje al prestigio de la palabra o de la sabiduría, pues sólo quería manifestaros mi saber acerca de Jesucristo, y además crucificado. Y me presenté ante vosotros débil, tímido y tembloroso*, apoyando mi palabra y mi predicación no en persuasivos discursos de sabiduría, sino en la demostración del Espíritu y de su poder*, para que vuestra fe no se fundase en la sabiduría humana, sino en el poder de Dios*.
Ver contexto