I Reyes 6, 22-28

Revistió de oro la totalidad del templo, de arriba abajo*. Talló en el santuario dos querubines de madera de acebuche, de diez codos de altura. Un ala de un querubín medía cinco codos, y cinco codos también la otra ala: diez codos desde la punta de un ala hasta la punta de la otra. El segundo querubín medía también diez codos. Los dos querubines tenían las mismas medidas e idéntica forma. Un querubín medía diez codos de altura, y lo mismo el segundo. Colocó los querubines en medio del recinto interior. Los querubines tenían las alas desplegadas. Cada uno tocaba un muro con un ala y en el centro del templo se tocaban uno al otro, ala con ala. Revistió de oro los querubines.
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