II Corintios 1, 12

El testimonio de nuestra conciencia hace que nos sintamos orgullosos, pues nos dice que nos hemos conducido en el mundo —y sobre todo respecto de vosotros— con la sencillez* y sinceridad que vienen de Dios; no con una sabiduría meramente humana, sino con la gracia de Dios.
Ver contexto