II Corintios 8, 8-11

No es una orden; sólo quiero comprobar la sinceridad de vuestra caridad, comparándola con la diligencia demostrada por otros. Ya conocéis la generosidad* de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza*. Os doy un consejo sobre el particular que va con vosotros: ya que desde el año pasado habéis sido los primeros no sólo en hacer la colecta, sino también en tomar la iniciativa, ahora llevadla también a cabo, de forma que a vuestra prontitud en la iniciativa corresponda su realización conforme a vuestras posibilidades.
Ver contexto