II Crónicas  26, 21-23

El rey Ozías quedó leproso hasta el día de su muerte, y habitó en una residencia aislada, porque, como leproso, había sido excluido del templo de Yahvé. Jotán, hijo del rey, estaba al frente del palacio real y administraba justicia a la gente del país. El resto de los hechos de Ozías, los primeros y los postreros, los escribió* el profeta Isaías, hijo de Amós. Ozías reposó con sus antepasados y fue enterrado con sus padres en el campo de los sepulcros de los reyes*, porque decían: «Es un leproso.» Le sucedió en el trono su hijo Jotán.
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