II Crónicas  34, 3-5

El año octavo de su reinado, siendo todavía joven, comenzó a buscar al Dios de su antepasado David; y así, en el año doce empezó a purificar a Judá y a Jerusalén de los santuarios, los cipos, las estatuas y los ídolos fundidos. Derribaron en su presencia los altares de los Baales, hizo arrancar los altares de aromas que había sobre ellos, y rompió los cipos, las imágenes y los ídolos fundidos reduciéndolos a polvo, que esparció sobre las sepulturas de los que les habían ofrecido sacrificios. Quemó los huesos de los sacerdotes sobre los altares y purificó a Judá y Jerusalén.
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