Hechos 10, 34-43

Pedro tomó entonces la palabra: «Verdaderamente comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que le es grata* cualquier persona que le teme y practica la justicia, sea de la nación que sea. «Él ha enviado su palabra* a los israelitas, anunciándoles la Buena Nueva de la paz por medio de Jesucristo, que es el Señor de todos. Vosotros sabéis lo que sucedió en toda Judea*, comenzando* por Galilea, después que Juan predicó el bautismo: cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo él pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. Nosotros somos testigos de todo cuanto hizo en la región de los judíos y en Jerusalén, de cómo le dieron muerte colgándolo de un madero; de cómo Dios lo resucitó al tercer día* y le concedió la gracia de manifestarse, no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había escogido de antemano: a nosotros, que comimos y bebimos con él* después que resucitó de entre los muertos. Él nos mandó que predicásemos al Pueblo* y que diésemos testimonio de que él está constituido por Dios juez de vivos y muertos*. Todos los profetas dan testimonio de que quien crea en él alcanzará, por su nombre, el perdón de los pecados.»
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