Hebreos 8, 1-5

Éste es el punto capital de cuanto venimos diciendo*: que tenemos un sumo sacerdote tal, que se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos, al servicio del santuario y de la Tienda verdadera, erigida por el Señor, no por un hombre*. Y, si todo sumo sacerdote está constituido para ofrecer dones y sacrificios, es necesario que también él tuviera que ofrecer algo. Pero, si estuviera en la tierra, ni siquiera sería sacerdote, pues ya hay quienes ofrezcan dones según la Ley. Éstos dan culto utilizando cosas que sólo son sombra y figura de realidades celestiales, según le fue revelado a Moisés al emprender la construcción de la Tienda: Mira —se le dice—, harás todo conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte.
Ver contexto