Isaías 37, 1-7

Cuando lo oyó el rey Ezequías, desgarró sus vestidos, se cubrió de sayal y se fue al templo de Yahvé. Envió a Eliaquín, mayordomo, a Sebná, secretario, y a los sacerdotes ancianos cubiertos de sayal donde el profeta Isaías, hijo de Amós. Ellos le dijeron: «Así habla Ezequías: Este día es día de angustia, de castigo y de vergüenza. Los hijos están para salir del seno, pero no hay fuerza para dar a luz. ¿No habrá oído Yahvé tu Dios las palabras del copero mayor al que ha enviado el rey de Asiria, su señor, para insultar al Dios vivo? ¿No castigará Yahvé tu Dios las palabras que ha oído? ¡Dirige una plegaria en favor del Resto que aún queda!» Cuando los siervos del rey Ezequías llegaron donde Isaías, éste les dijo: «Así diréis a vuestro señor: Esto dice Yahvé: No tengas miedo por las palabras que has oído, con las que me insultaron los criados del rey de Asiria. Voy a infundirle un espíritu tal que, cuando oiga cierta noticia, se volverá a su tierra, y en su tierra yo lo haré caer a espada.»
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