Isaías 5, 25-30

Por eso se ha encendido la ira de Yahvé contra su pueblo, extendió su mano contra él y le golpeó. Mató a los príncipes*: sus cadáveres yacían como basura en medio de las calles. Con todo eso, no se ha calmado su ira, y aún sigue extendida su mano. Izará bandera a un pueblo lejano*, le silbará desde el confín de la tierra. ¡Vedlo qué rápido, qué ligero llega! Nadie en él se cansa o tropieza, nadie se duerme o amodorra, nadie se suelta el cinturón de los lomos, nadie se desata la correa de su calzado. Sus saetas son agudas, todos sus arcos están tensos. Los cascos de sus caballos parecen de pedernal, y sus ruedas, torbellino. Su rugido es de leona, ruge como los cachorros, brama y agarra la presa, la retiene sin que la libren. Bramará contra él* aquel día como el bramido del mar; la tierra aparecerá cubierta de densa tiniebla, pues la luz se habrá oscurecido metida en espesa tiniebla*.
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