Juan  1, 9-18

La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre, cuando viene a este mundo*. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, pero el mundo no la conoció*. Vino a los suyos, mas los suyos* no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre*; éstos no nacieron de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de hombre, sino que nacieron de Dios*. Y la Palabra se hizo carne* y puso su Morada entre nosotros*; y hemos contemplado su gloria*, gloria que recibe del Padre como Unigénito, lleno de gracia y de verdad*. Juan daba testimonio de él, proclamando: «Éste era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo.» De su plenitud hemos recibido todos gracia por gracia*. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. A Dios nadie le ha visto jamás: lo ha contado el Hijo Unigénito*, que está en el seno del Padre.
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