Lucas 22, 40-46

Llegado al lugar, les dijo: «Pedid que no caigáis en tentación.» Se apartó de ellos como un tiro de piedra y, puesto de rodillas*, oraba así: «Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.» Entonces se le apareció un ángel venido del cielo que le confortaba. Y sumido en agonía, insistía más en su oración. Su sudor se hizo como gotas espesas de sangre que caían en tierra*. Levantándose de la oración, vino donde los discípulos y los encontró dormidos por la tristeza. Les dijo: «¿Cómo es que estáis dormidos? Levantaos y orad para que no caigáis en tentación.»
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