Mateo 28, 1-8

Pasado el sábado*, al alborear el primer día de la semana, María Magdalena y la otra María* fueron a ver* el sepulcro. De pronto se produjo un gran terremoto, pues un ángel del Señor bajó del cielo y, acercándose, hizo rodar la piedra y se sentó encima de ella. Su aspecto era como el relámpago, y su vestido, blanco como la nieve. Los guardias, atemorizados al verlo, se pusieron a temblar y se quedaron como muertos. El ángel se dirigió a las mujeres y les dijo: «Vosotras no temáis, pues sé que buscáis a Jesús, el Crucificado. Pero no está aquí, pues ha resucitado, como había anunciado. Venid, ved el lugar donde estaba*. Y ahora id enseguida a decir a sus discípulos: ‘Ha resucitado de entre los muertos e irá delante de vosotros a Galilea; allí lo veréis.’ Ya os lo he dicho.» Ellas partieron a toda prisa del sepulcro*, con miedo y gran gozo, y corrieron a dar la noticia a sus discípulos.
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