Romanos  2, 17-24

Pero si tú, que te dices judío y te apoyas en la ley; que te enorgulleces de creer en Dios; que conoces su voluntad; que disciernes lo mejor, educado como estás por la ley; que estás convencido de ser guía de ciegos y luz de los que andan en tinieblas; que te crees educador de ignorantes y maestro de niños, porque posees en la ley la expresión misma de la ciencia y de la verdad... pues bien, tú, que instruyes a los otros, ¿por qué no te instruyes a ti mismo? Predicas ‘No robar’, ¡y robas!; prohíbes el adulterio, ¡y adulteras!; aborreces los ídolos, ¡y saqueas sus templos! Tú, que te glorías en la ley, deshonras a Dios al transgredirla. Porque, como dice la Escritura, el nombre de Dios, por vuestra causa, es blasfemado entre los gentiles.
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