Sabiduría 11, 14-20

Al que antes habían abandonado expósito y rechazado con burlas*, al final de los acontecimientos lo admiraron, tras pasar una sed distinta de la de los justos. Por sus pensamientos insensatos y malvados, que los desorientaron, haciéndoles adorar a reptiles irracionales y a viles animales*, tú les enviaste como castigo una multitud de animales irracionales*, para que comprendieran que en el pecado va la penitencia*. Pues bien podía tu mano omnipotente —que había creado el mundo de materia informe*— enviar contra ellos manadas de osos o leones intrépidos, o fieras enfurecidas, desconocidas y recién creadas, que lanzasen resoplidos de fuego, despidiesen humaredas apestosas* o echasen chispas terribles por los ojos; capaces, no ya de aniquilarlos con sus ataques, sino de exterminarlos con su aspecto terrorífico. Y aun sin esto, podían haber sucumbido de un soplo, perseguidos por la Justicia o barridos por tu aliento poderoso. Pero tú regulaste todo con medida, número y peso.
Ver contexto