Sabiduría 9, 9-18

Contigo está la Sabiduría que conoce tus obras, que estaba a tu lado cuando hacías el mundo, que conoce lo que te agrada y lo que es conforme a tus mandamientos. Envíala desde el santo cielo, mándala desde tu trono glorioso, para que me acompañe en mis tareas y pueda yo conocer lo que te agrada. Ella, que todo lo sabe y comprende, me guiará prudentemente en mis empresas y me protegerá con su gloria*. Así mis obras serán aceptadas, juzgaré a tu pueblo con justicia y seré digno del trono de mi padre. Pues, ¿qué hombre puede conocer la voluntad de Dios? ¿Quién puede considerar lo que el Señor quiere? Los pensamientos humanos son mezquinos y nuestros proyectos, caducos; pues el cuerpo mortal oprime el alma y la tienda terrenal abruma la mente reflexiva*. Si a duras penas vislumbramos lo que hay en la tierra y con dificultad encontramos lo que tenemos a mano, ¿quién puede rastrear lo que está en los cielos? ¿Quién puede conocer tu voluntad, si tú no le das la sabiduría y le envías tu espíritu santo desde el cielo*? Así se enderezaron los caminos de los habitantes de la tierra; los hombres aprendieron lo que te agrada y se salvaron gracias a la sabiduría*
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