Salmos 144, 12-15

Sean nuestros hijos como plantas pomposas desde la juventud; nuestras hijas, columnas talladas*, esculpidas como para un palacio. Estén nuestros graneros rebosantes, repletos de frutos variados; que nuestras ovejas, a millares, se multipliquen en nuestros prados; vuelvan cargadas nuestras bestias. Que no haya brechas ni aberturas, ni gritos en nuestras plazas. ¡Feliz el pueblo a quien así sucede, feliz el pueblo cuyo Dios es Yahvé!
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