Salmos 39, 2-7

[[3]] Yo me callé, tranquilo y en silencio, mas mi dolor aumentó al ver su dicha*. [[4]] Mi mente se fue acalorando, mis pensamientos ardían como fuego, y por fin solté la lengua: [[5]] «Hazme saber, Yahvé, mi fin, dónde llega la medida de mis días, para que sepa lo frágil que soy. [[6]] De unos palmos hiciste mis días, mi existencia nada es para ti,Pausa. sólo un soplo el hombre que se yergue, [[7]] mera sombra el humano que pasa, sólo un soplo las riquezas* que amontona, sin saber quién las recogerá». [[8]] Ahora, Señor, ¿qué puedo aguardar? Mi esperanza está puesta en ti.
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