Salmos 48, 3-7

[[4]] Dios, desde sus palacios, se revela como baluarte. [[5]] De pronto los reyes se alían, irrumpen todos a una; [[6]] apenas lo ven, estupefactos, aterrados, huyen en tropel. [[7]] Allí un temblor los invadió, espasmos como de parturienta, [[8]] como el viento del este que destroza los navíos de Tarsis*.
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