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Jerusalén, despójate del vestido
de luto y aflicción
y vístete para siempre
las galas de la gloria que Dios te da, (Baruc 5, 1) © La Biblia de Nuestro Pueblo (2006)

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

Times New Roman ;;;;;;;;;;;;;;;;;

5. Invitación a Jerusalén a Alegrarse por la llegada de Sus Hijos (1-9).
1 Despójate, Jerusalén, de tu saco de duelo y de aflicción, vístete para siempre los ornamentos de la gloria que te viene de Dios, 2 envuélvete en el manto de justicia que Dios te envía, ponte en la cabeza la mitra de la gloria del Eterno, 3 que Dios hará ver tu gloria a toda nación debajo del cielo. 4Te llamará por siempre Paz de justicia y gloria de piedad. 5Levántate, Jerusalén; sube a lo alto, mira hacia oriente y contempla a tus hijos, reunidos desde el ocaso del sol hasta su orto por la palabra del Santo, regocijados por haberse acordado Dios de ellos. 6De ti partieron a pie, arrastrados por los enemigos; pero Dios te los devuelve traídos con honor, como en trono real. 7 Porque dispuso humillar todo monte alto y todo collado eterno para que caminase Israel con seguridad al esplendor de la gloria de Dios, 8 Los bosques y todo árbol aromático darán sombra a Israel por disposición divina. 9 Porque Dios mismo traerá a Israel lleno de alegría, con el resplandor de su gloria, con la misericordia y justicia que de El vienen.

Ha pasado la hora del duelo y de la tristeza, y por ello Jerusalén debe adornarse con sus mejores ornamentos de la gloria. Es la hora de la glorificación de sus hijos, de su retorno triunfal. Es la misma perspectiva de Isa_52:1. Jerusalén en adelante va a ser como una reina majestuosa, aureolada por la gloria de Dios. Debe revestirse del manto de justicia como consecuencia de la liberación de sus hijos, a los que se ha hecho justicia 1. Gloria del eterno es sinónimo de justicia. Jerusalén, como majestuosa reina entre los pueblos, debe ponerse la mitra o aureola consiguiente a ese estado de gloria o justicia concedida por el Eterno. Su gloria será objeto de admiración de parte de todos los pueblos (v.3), y se le dará un nombre nuevo: Paz de justicia y gloria de piedad (v.4). En ella habitará permanentemente la paz como fruto de la equidad o de la justicia, y, al mismo tiempo, la piedad o temor de Dios, lo que constituye el mayor cúmulo de gloria. Los profetas, en su idealización de los tiempos mesiánicos, inventaron nombres para designar a Jerusalén en su plena manifestación gloriosa. En Isa_1:26 se la llama ciudad de justicia, ciudad fiel 2. La justicia es la característica de la nueva teocracia mesiánica; por eso el Mesías se ceñirá con el cinturón de la justicia 3. Y esa justicia de los tiempos mesiánicos es fruto del conocimiento de Dios, que suscribirá una nueva alianza escrita en los corazones.
El v.5 es casi una repetición Deu_5:47. Se invita a Jerusalén a salir gozosa a recibir sus hijos, que vienen de todas partes 4, y se idealizan los detalles del cortejo triunfal de retorno: antes fueron a pie camino del exilio, ahora vienen con honor, como en trono real. En Isa_66:20 se dice que vuelven en carros, dromedarios, literas. Todos los medios honorables de transporte están a servicio de ellos. Vuelven como reyes, en un baldaquino o trono real. La expresión es gráfica para designar el honor que rodeará a los repatriados en su marcha hacia la patria.
Para facilitar más el paso de la comitiva, la misma geografía se transformará, ya que Dios abrirá una amplia avenida, allanando los montes y collados eternos (í.7)5, y la ruta real estará bordeada de árboles, que darán sombra a la caravana (v.8). En medio del desierto surgirán bosques para refrescar la marcha de los exilados que vuelven a la patria, como en otro tiempo la columna de humo o de fuego acompañó a los israelitas por la estepa del Sinaí6, y los árboles olorosos perfumarán el ambiente. Nos hallamos en el mundo de las metáforas. En realidad, sabemos cuan penoso fue el retorno de los repatriados bajo la égida de Zorobabel; pero, en la perspectiva poética, el retorno del exilio aparece aureolado por una especialísima protección divina, y, por otra parte, en su mente se superponen dos planos, uno el del retorno del exilio y otro el de la entrada de los israelitas en la era mesiánica, de la que aquél era el principio. Y todo lo que se relaciona con los tiempos mesiánicos lleva el sello de lo maravilloso.

1 Cf. Isa_61:10. - 2 En Isa_62:4 se la llama Mi complacencia en ella, Desposada; Jer_33:16 : Yahvé, nuestra justicia; Eze_48:35 : Yahvé allí. - 3 Cf. Is 9,7-8. - 4 Cf. Isa_51:17; Isa_49:22; Isa_60:4.9; Isa_66:20; Isa_52:12; Isa_58:8. - 5 Cf. Isa_42:16-17; Exo_13:21. - 6 Cf. Exo_13:21-22.


Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[=] *Mt 13:43

[.] Los profetas hablaban a menudo del juicio de Dios, refiriéndose a un juicio que se realizaría en la tierra, para castigar a las naciones y a los pecadores. Y a partir de aquel juicio, Dios enderezaría la historia humana. Pero este párrafo nos habla ahora de un juicio individual después de la muerte. El texto se fija sobre todo en el caso de los mártires, pues en esa época estaba aún fresco el recuerdo de los creyentes perseguidos por su fe en tiempos de los Macabeos. Pero no por esto está más lejos de nosotros, pues, si bien en muchos lugares podemos a la vez ser cristianos y vivir en paz, en otros lugares, en cambio, nuestros hermanos cristianos sufren y con frecuencia mueren víctimas de persecuciones de las cuales los diarios hablan muy poco. ¡Cómo nos equivocamos lejos de la verdad! (6). En aquel día no llevaremos la máscara que todos llevamos en la tierra y que oculta nuestra hipocresía y bajeza. Los malos entonces verán de manera clarísima que su existencia fue vacía Apenas hemos nacido, dejamos de existir. Nos hartamos de injusticias y crímenes (7). No digamos que Dios los sentenciará, pues se juzgarán a sí mismos sus crímenes se alzarán frente a ellos (4,20). En cambio, los justos viven para siempre..., cuidan de ellos en casa del Altísimo (15). Se podría comparar la parábola del juicio en Mateo 25,31. Solamente que Jesús opone los que atendieron a sus hermanos y los que no, mientras que aquí se oponen los perseguidores y los perseguidos.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter V.

1 Ierusalem is moued to reioyce, 5 and to behold their returne out of captiuity with glory.
1 Put off, O Ierusalem, the garment of thy mourning and affliction, and put on the comelinesse of the glory that commeth from God for euer.
2 Cast about thee a double garment of the righteousnesse which commeth from God, and set a diademe on thine head of the glory of the euerlasting.
3 For God wil shew thy brightnesse vnto euery countrey vnder heauen.
4 For thy name shall bee called of God for euer, The peace of righteousnesse, and the glory of Gods worship.
5 Arise, O Ierusalem, and stand on high, and looke about toward the East, and behold thy children gathered from the West vnto the East by the word of the holy One, reioycing in the remembrance of God.
6 For they departed from thee on foote, and were ledde away of their enemies: but God bringeth them vnto thee exalted with glory, as children of the kingdome.
7 For God hath appointed that euery high hill, and banks of long continuance should be cast downe, and valleys filled vp, to make euen the ground, that Israel may goe safely in the glory of God.
8 Moreouer, euen the woods, & euery sweet smelling tree, shall ouershadow Israel by the commandement of God.
9 For God shall leade Israel with ioy, in the light of his glory, with the mercy and righteousnes that commeth from him.

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*5:1 La visión de sus hijos volviendo del destierro (Bar 4:37; véase Bar 5:5) hace que la madre-Jerusalén cambie el luto, imagen de su situación de desamparo, por las galas de la justicia y la gloria de Dios.

Biblia Hispano Americana (Sociedad Bíblica Española, 2014)

Isa 52:1; Isa 61:10.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Isa_52:1

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Isa_52:1

Torres Amat (1825)



[2] Era el vestido degala, opuesto al de luto, que se llamaba saco ocilicio.