Luego Jonatán acompañó al rey hasta el río Eléutero y regresó a Jerusalén. (I Macabeos 11, 7) © La Biblia de Nuestro Pueblo (2006)
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Tolomeo, dueño de la costa (11:1-8).
1 El rey de Egipto juntó grandes fuerzas, como las arenas del mar, y muchas naves, con el intento de apoderarse por engaño del reino de Alejandro y agregarlo a su propio reino. 2 Con pretextos de paz se encaminó a Siria, abriéndosele las puertas de las ciudades y saliendo todos a recibirle, pues era orden del rey Alejandro que le saliesen al encuentro, como a suegro suyo. 3 Así que Tolomeo entraba en las ciudades, ponía en ella guarniciones. 4 Al entrar en Azoto le enseñaron el templo de Dagón incendiado, la ciudad y sus cercanías destruidas, arrojados en el campo los cadáveres y al borde de los caminos los montones de los que habían caído en la batalla. 5 Contáronle lo que había hecho Jonatán, con el fin de hacérsele odioso, pero el rey callaba. 6 Vino Jonatán al encuentro del rey en Jope con gran aparato, se saludaron y durmieron allí. 7 Jonatán le acompañó luego hasta el río llamado Eleutero, y luego se volvió a Jerusalén. 8 El rey Tolomeo se adueñó de todas las ciudades de la costa hasta Seleucia del mar, meditando perversos planes contra Alejandro.
Tolomeo había protegido a Alejandro Bala en su logrado intento de ocupar el trono de Siria. A él entregó su hija Cleopatra, estableciéndose entre ambos monarcas una corriente de simpatía y amistad. En esta coyuntura en que Alejandro veía amenazado su trono por el norte y sur, se alegra de que su padre político se dirija a Antioquía, por contribuir esta visita a elevar su prestigio ante los pueblos vecinos. No sospechaba Alejandro que su suegro abrigara turbios designios; por lo mismo, dio orden de que le salieran al encuentro y le recibieran con gran boato. El taimado Tolomeo aprovechó las facilidades que le daba su yerno para minar su poder y apoderarse de su reino. En cada ciudad que visitaba dejaba una guarnición. En Azoto escuchó sin pestañear el relato de los destrozos causados a la ciudad por Jonatán, sin pronunciarse en pro o en contra. En secreto concebía Tolomeo el proyecto de tener en Jonatán a un vasallo incondicional. Obedeciendo acaso a órdenes de Alejandro, y para granjearse la confianza de Tolomeo, Jonatán acompañó al rey egipcio hasta el río Eleutero, al norte de Trípolis y a trescientos kilómetros de Jope. El astuto Jonatán pudo conjeturar que no todo era oro de ley en el proceder de Tolomeo, por lo que se despidió de él en la frontera de Siria superior y regresó a Jerusalén. Aires de tempestad se cernían sobre el trono de Alejandro y no quiso Jonatán inmiscuirse en cuestiones de familia.
Tolomeo se declara (11:9-13).
9 Envió embajadores a Demetrio, diciéndole: Ven, hagamos alianza, y te daré mi hija, la que tiene Alejandro, y reinarás sobre el reino de tus padres. 10 Me pesa haberle dado mi hija, pues ha buscado asesinarme. 11 Õ con calumnias procuraba hacerle odioso, por codicia de su reino. 12 Al fin le quitó la hija y se la dio a Demetrio, rompiendo con Alejandro y haciendo manifiestas sus enemistades. 13 Entró Tolomeo en Antioquía y se ciñó a su cabeza dos coronas: la de Asia y la de Egipto.
Al llegar a Seleucia, puerto de Antioquía, quitóse Tolomeo el antifaz. Desde allí púsose en comunicación con Demetrio II (10:67), que todavía no había llegado a Antioquía, ofreciéndole como esposa su hija Cleopatra Tea. Esta, que hasta entonces fue mujer de Alejandro Bala, habíase fugado de Antioquía para salir al encuentro de su padre en Seleucia. Gomo pretexto para retirar su confianza a Alejandro alega Tolomeo el designio de éste de asesinarle. Cuenta Flavio Josefo que, durante su marcha triunfal por las ciudades de la costa, al llegar a Tolemaida fue objeto de un atentado por parte de Ammonio, favorito de Alejandro. Al negarse éste a entregar al culpable, se encendió la ira de su suegro Tolomeo.
Mientras Tolomeo se apoderaba de Antioquía y pactaba con Demetrio II, Alejandro encontrábase en los montes de Cilicia ocupado en sofocar un levantamiento. Los dos ministros suyos, Hiera-ce y Diodato, no pudiendo hacer frente al ejército de Tolomeo, le abrieron las puertas de la ciudad y le franquearon el trono de Siria. Gustoso hubiera Tolomeo ceñido la corona de Siria; pero, ante el temor de Roma, contentóse con anexionar a Egipto, Celesiria y Fenicia, entregando a Demetrio los otros territorios del imperio sirio.
Muerte de Alejandro (11:14-19).
14 Hallábase por aquellos días el rey Alejandro en Cilicia, por haberse rebelado los de aquellos lugares, 15 cuando oyó que su suegro venía contra él en son de guerra. Tolomeo sacó su ejército y le fue al encuentro con poderosas fuerzas y le puso en huida. 16 Huyó Alejandro a la Arabia en busca de refugio, mientras que el rey Tolomeo quedó triunfante. 17 El árabe Zabdiel cortó la cabeza a Alejandro y se la envió a Tolomeo. 18 Tres días más tarde moría el rey Tolomeo, y los suyos, que estaban en las fortalezas, perecían a mano de los moradores de las mismas. 19 Y así reinó Demetrio el año ciento sesenta y siete.
Nuestro autor no disimula las simpatías que siente por Alejandro, por el hecho de haber nombrado a Jonatán sumo sacerdote. Por lo mismo, calla el hecho de que Alejandro tuvo que abandonar Antioquía precipitadamente, perseguido por las tropas de su suegro, buscando refugio en Arabia, en una de las regiones colindantes con el desierto, en las cercanías de Alepo, la Beqa o Palmira, donde fue asesinado por Zabdiel. Pero Tolomeo debía seguirle en el camino hacia la sepultura; a consecuencia de una herida recibida en la batalla del río Onoporos, al tercer día de haber llegado la cabeza de Alejandro a Antioquía, dejaba de existir. Demetrio II tomó el sobrenombre de Nicanor por haber ganado la batalla de Onoporos.
Entrevista de Demetrio y Jonatán (11:20-28).
20 Por aquellos días reunió Jonatán a los hombres de Judea, para tomar la ciudadela de Jerusalén, contra la cual construyó muchas máquinas de guerra. 21 Pero algunos de los impíos, enemigos de su propia nación, se fueron al rey y le informaron de cómo Jonatán tenía asediada la fortaleza. 22 Oído lo cual, se irritó, y, viniendo a Tolemaida, escribió a Jonatán que levantase el cerco de la ciudadela y viniera a su encuentro a toda prisa, para conferir con él en Tolemaida. 23 Recibido el mensaje, Jonatán ordenó continuar el asedio, y se rodeó de algunos ancianos de Israel y sacerdotes, y resolvió aventurarse al peligro. 24 Tomando consigo plata, oro, un vestido y otros muchos presentes, fue a ver al rey a Tolemaida, hallando en él buena acogida, 25 no obstante que algunos impíos de su nación le acusaban. 26 Hizo el rey según lo que habían hecho sus antecesores, honrándole en presencia de todos sus enemigos. 27 Le confirmó en el sacerdocio y en cuantos honores tenía de antes, y le hizo inscribir en el número de sus primeros amigos. 28 Jonatán solicitó del rey que hiciese libres de tributos la Judea y las tres toparquías de Samaría, prometiéndole, en cambio, trescientos talentos.
Jonatán estaba al margen de las luchas por el trono de Siria. Amparándose en las promesas que le hizo Demetrio I (10:32), Jonatán cercó la ciudadela de Jerusalén con ánimo de acabar con ella. Durante el asedio llegaron noticias de la muerte de su aliado Alejandro y de la subida al trono de Demetrio II. Los judíos apóstatas quisieron sacar provecho de la situación acusando a Jonatán. Demetrio, alarmado, desplazóse a Tolemaida y llamó a cuentas al jefe judío, ordenándole, entre tanto, levantara el cerco de la ciudadela. Jonatán, rodeado de un grupo de ancianos y sacerdotes, marchó a Tolemaida. Su nobleza y los presentes que hizo al rey en señal de vasallaje cambiaron el corazón del monarca. A ambos sería más provechosa una política de acercamiento que el fragor de las guerras.
Carta de Demetrio (11:29-37).
29 Asintió el rey, y de todas estas cosas escribió a Jonatán una carta del tenor siguiente: 30 El rey Demetrio a Jonatán, su hermano, y a la nación de los judíos, salud. 31 Os enviamos, para que de ello os informéis, copia de la carta que hemos escrito a Lástenes, nuestro pariente, acerca de vosotros: 32 El rey Demetrio a Lástenes, su padre, salud. 33 Hemos resuelto favorecer a la nación de los judíos, nuestros amigos, que nos han sido fieles. 34 Les confirmamos, pues, la posesión de los territorios de la Judea y de los tres distritos de Aferema, Lida y Ramata, que fueron desprendidos de Samaría e incorporados a Judea. Todos los sacrificadores de Jerusalén quedan exentos del tributo que el rey recibía antes de ellos cada año, de los frutos del campo y de los árboles. 35 Igualmente los restantes tributos que nos pagaban, de los diezmos, de las salinas y de las coronas, que nos pertenecen, desde ahora 36 se los condonamos todos, y serán anulados desde ahora para siempre. 37 Así, pues, haced una copia de este decreto y entregádsela a Jonatán para que se deposite en el monte santo y en lugar visible.
Para dar curso oficial a los tratados de paz concertados entre Demetrio y Jonatán escribió aquél una carta a Lástenes, el general de Creta que le había ayudado en la conquista de Siria, y que gozaba ahora de su máxima confianza l. Es posible que la carta fuera entregada a Jonatán durante su permanencia en Tolemaida y que la llevara consigo a Jerusalén para darla a conocer al pueblo. Demetrio se muestra generoso con los judíos. Pero, comparando esta carta con el decreto de Demetrio (10:28-45), se observa la omisión del calificativo de ciudad sagrada que se otorgaba a Jerusalén y la de otros privilegios. Hay necesariamente una gran diferencia entre las concesiones arrancadas en circunstancias críticas y las que se otorgan por un rey que domina la situación y que regula sus liberalidades conforme a la medida de su política.
Maniobras de Tritón (11:38-40).
38 Viendo el rey Demetrio que había llegado a dominar el reino y nadie se le oponía, disolvió su ejército, enviándolo a sus casas, excepto las fuerzas extranjeras que había reclutado en las islas de las gentes. Esto le atrajo la enemiga de cuantos habían pertenecido al ejército de sus padres. 39 Trifón, que había sido antes de los parciales de Alejandro, cuando vio que las tropas murmuraban contra Demetrio, se dirigió al árabe Emalcue, que criaba a Antíoco, hijo de Alejandro, niño todavía, 40 apremiándole para que se lo entregase, a fin de sentarlo en el trono de su padre. Le comunicó cuanto había hecho Demetrio, y el descontento de su ejército contra él, y permaneció allí bastantes días.
El erario real estaba en crisis. Para remediar la situación económica disolvió Demetrio su ejército, exceptuando las fuerzas provenientes de las islas de las gentes (Gen_10:5-32; Sof_2:11). Esta medida le indispuso con los soldados que le habían apoyado con tanto entusiasmo 2. A ello se juntó la conducta de Lástenes, hombre sin religión y sin conciencia, que obligó a su señor a realizar los actos más indignos 3. Trifón, nacido en Casiana, distrito de Apamea, general que fue de Alejandro, al darse cuenta del descontento que cundía entre los soldados que habían sido licenciados, fue a entrevistarse con el árabe Emalcue, apremiándole para que le entregara a Antíoco, el hijo de Alejandro (Sof_11:54). De la situación tambaleante de Siria dióse perfecta cuenta Jonatán, quien trató de sacar el mejor partido de ella.
Soldados judíos en Antioquía (Sof_11:41-51).
41 Entre tanto, envió Jonatán al rey una súplica para que retirase la guarnición de la ciudadela de Jerusalén y de las otras fortalezas, porque hostigaban a Israel. 42 Respondió Demetrio a Jonatán, diciéndole: No sólo esto te haré a ti y a tu pueblo, sino que os colmaré de honores cuando llegue la ocasión propicia. 43 Por el momento me harías un gran favor enviándome algunas tropas auxiliares, porque mi ejército está disuelto. 44 Accedió Jonatán, mandándole a Antioquía tres mil hombres escogidos, de cuya llegada se alegró mucho el rey. 45 Amotináronse contra él los de la ciudad, en número de ciento veinte mil, pretendiendo matarle. 46 Se recluyó él en su palacio, mientras los ciudadanos ocupaban las calles de la ciudad y comenzaban el asalto. 47 Llamó el rey en su auxilio a los judíos, que acudieron luego, se distribuyeron por la ciudad, 48 mataron aquel día hasta cien mil hombres, incendiaron la ciudad y la saquearon. Así libraron al rey. 49 Cuando vieron los de la ciudad que los judíos eran dueños de ella a su arbitrio, perdieron el ánimo, y, suplicantes, clamaron al rey, diciendo. 50 Perdónanos y haz que cesen ya los judíos de combatir contra nosotros y contra la ciudad. 51 Y depusieron las armas e hicieron la paz. Los judíos adquirieron grande gloria ante el rey y ante todo su reino y volvieron a Jerusalén cargados de botín.
La ciudadela de Jerusalén era una espina clavada en el corazón del judaísmo. Jonatán, especulando sobre el estado de descomposición del ejército sirio, pide a Demetrio que retire la guarnición del Acra y de todas las fortalezas de la línea Báquides (Sof_9:50-51). Tres mil soldados judíos de exportación llegaron a Antioquía en un momento crucial. La suerte, en un principio, fue adversa a los judíos, que combatían en calidad de tropas extranjeras4 al lado de las fuerzas adictas al monarca. Soldados indígenas y extranjeros lograron romper el cinturón de la masa que se atrepellaba para asaltar el palacio real. Los soldados pasaron a la ofensiva, matando hasta cien mil hombres, cifra que acaso el mismo autor conceptuaba como aproximada o como medio hiperbólico para expresar la idea de que hubo una carnicería espantosa. Los soldados judíos regresaron victoriosos a Jerusalén, cargados de botín y aureolados con la fama de haber conseguido una relevante victoria.
Un hombre informal (Sof_11:52-53).
52 Sentóse Demetrio en su trono, y la tierra calló ante él. 53 No cumplió el rey lo que había prometido, y se enajenó a Jonatán, porque, además de no corresponder a los beneficios que le había hecho, le molestaba mucho.
El valor y arrojo de los soldados judíos salvaron a Demetrio. La matanza de Antioquía causó sensación universal. Por un tiempo la tierra calló ante él. Pero la victoria no había henchido sus arcas exhaustas, lo que le movió a exigir de los judíos el pago de todos los tributos y diezmos como hasta ahora. Para obligar a Jonatán mandó algunos generales al frente de numeroso ejército (Sof_11:63-74).
Trifon, a la carga (Sof_11:54-56).
54 Después de estos sucesos volvió Trifón con el niño Antíoco, a quien proclamó rey, ciñéndole la corona. 55 Luego se juntaron a él todas las tropas que Demetrio había licenciado e hicieron a éste la guerra, obligándole a huir derrotado. 56 Trifón se apoderó de los elefantes y ocupó Antioquía.
No se había granjeado Demetrio la simpatía del pueblo. Trifón lo sabía, y por ello insistió y obtuvo del árabe Emalcue (Sof_11:40) la custodia del pequeño Antíoco VI Dionisios, a quien proclamó rey, ciñéndole la corona. Los que habían sido licenciados del ejército de Demetrio apoyaron a Trifón. Creyó Demetrio que se trataba de un vulgar bandolero y salió a su encuentro con pocas fuerzas. Al primer ataque, el rey tuvo que huir precipitadamente, refugiándose en Seleucia, mientras Trifón entronizaba al joven monarca de seis años en el palacio real de Antioquía.
Antíoco VI Dionisios y Jonatán (Sof_11:57-59).
57 Antíoco el joven escribió a Jonatán, diciéndole: Yo te confirmo en el sumo sacerdocio y te constituyo sobre las cuatro ciudades, y serás de los amigos del rey. 58 Y le envió vajilla de oro, dándole el derecho de beber en vaso de oro, de vestir púrpura y llevar la fíbula de oro. 59 A Simón, su hermano, le instituyó general, desde la Escalera de Tiro hasta los confines de Egipto.
El joven rey escribe lacónicamente a Jonatán, diciéndole que le confirmaba en el cargo de sumo sacerdote y le constituía sobre las cuatro ciudades y le aseguraba la amistad real. Llama la atención el número cuatro, cuando anteriormente se ha hablado de tres, que pasaron al dominio de Jonatán (Sof_10:30-38; Sof_11:28). Probablemente la cuarta ciudad era Acarón (Sof_10:89). No se olvidó de honrar a Simón, nombrándole general de la región comprendida entre el actual Kas en-Naqura, al norte, hasta el llamado torrente de Egipto, o wadi el-Aris, en el sur.
Jonatán recluta nuevas tropas (Sof_11:60-62).
60 Partió Jonatán y recorrió las ciudades del lado de acá del río, y se le incorporaron todas las tropas auxiliares de Siria. Vino a Ascalón y le hicieron los de la ciudad un recibimiento muy honroso. 61 De allí pasó a Gaza, que le cerró sus puertas, pero él la asedió e incendió los arrabales, saqueándolos. 62 Entonces los de Gaza le pidieron la paz, que les fue otorgada, dándole en rehenes los hijos de sus jefes, que envió a Jerusaíén, y atravesó la tierra hasta llegar a Damasco.
Jonatán abraza la causa del joven monarca y se desplaza por toda la provincia de Abarnahara (Sof_7:8) en busca de soldados mercenarios, preferentemente aquellos que habían pertenecido al ejército de Demetrio.
En guerra contra Demetrio (Sof_11:63-74).
63 En esto tuvo noticias Jonatán de que algunos generales de Demetrio habían llegado a Cades de Galilea con grandes fuerzas, con el propósito de apartarle de toda intervención en el gobierno. 64 Dejando a su hermano Simón en Judá, les salió al paso. 65 Simón fue contra Betsur, la combatió muchos días, teniéndola cercada, 66 hasta que pidieron la paz, que les otorgó. Los arrojó de allí, apoderándose de la ciudad y poniendo guarnición en ella. 67 Entre tanto, acampó Jonatán con su ejército junto a las aguas de Genesaret, y muy de madrugada se puso en marcha hacia la llanura de Asor, 68 donde encontró al ejército extranjero, que había puesto una emboscada en los montes. Se trabó la batalla, 69 y los emboscados salieron de la celada, 70 y los de Jonatán huyeron, no quedando a su lado sino Matatías, hijo de Absalón, y Judas, hijo de Calfi, capitanes del ejército. 71 Jonatán entonces rasgó sus vestiduras, se echó tierra sobre la cabeza y oró. 72 Volvió luego a la lucha contra los enemigos, los derrotó y puso en fuga. 73 Viendo esto los que de los suyos huían, se volvieron de nuevo a él, y todos a una los persiguieron hasta Cades, hasta su campo, donde hizo alto. 74 Cayeron de los extranjeros aquel día unos tres mil hombres. Jonatán se volvió a Jerusaíén.
En tierras de Damasco se enteró Jonatán de la infiltración de generales de Demetrio en Cades de Neftalí (Jos_19:37; Jos_20:7), en la Alta Galilea. Acaso Demetrio envió por mar su tropa escogida de legionarios cretenses. Posiblemente, la presencia de estas tropas tenía la misión de advertir a Jonatán cuan peligroso era su papel de propagandista del joven monarca Antíoco VI. Jonatán no se arredró por este desplegamiento de fuerzas y marchó contra el enemigo. Entre tanto, el autor sagrado señala una acción esporádica de Simón contra la fortaleza de Betsur, que cayó en su poder.
Jonatán cayó en la trampa que le había tendido el enemigo al ocultar parte de su ejército en uno de los valles que descienden de la montaña. Jonatán no contaba con ellos; de ahí que el primer choque fuéle adverso. Confortado con la oración, vuelve a presentar batalla, que gana.