Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Encuentro de Elías con Abdías (18:1-15).
1
Pasados muchos días, al tercer año, dirigió Yahvé su palabra a Elías, diciendo: Ve, preséntate a Ajab, que voy a hacer que caiga la lluvia sobre la haz de la tierra. 2
Fue, pues, Elías para presentarse ante Ajab. El hambre era grande en Samaría, 3
y Ajab mandó a llamar a Abdías, su mayordomo. Abdías era muy temeroso de Yahvé; 4
y cuando Jezabel exterminaba a los profetas de Yahvé, escondió a cien profetas, de cincuenta en cincuenta, por cincuenta días en cavernas, proveyéndoles de pan y de agua. 5
Ajab dijo a Abdías: Vete por la tierra a todas las fuentes de agua y a todos los torrentes, a ver si por allí hay alguna hierba para que podamos conservar con vida a los caballos y mulos y no nos quedemos sin ganado. 6
Dividiéronse, pues, la tierra para recorrerla, y Ajab se fue solo por un camino y Abdías se fue solo por otro. 7
Cuando iba Abdías por su camino, encontróse con Elías, y como le reconócelo, echóse sobre el rostro, diciendo: ¿Eres tú, mi señor, Elías? 8
El le respondió: Sí, yo soy; vete a decir a tu señor: Ahí está Elías. 9
Y Abdías le contestó: ¿Qué pecado he cometido yo para que tú me entregues en manos de Ajab, que seguramente me hará morir? 10
Vive Yahvé, tu Dios, que no hay nación ni reino adonde no haya mandado mi amo a buscarte; cuando venían diciéndole que no estabas allí, hacía jurar al reino y a la nación que no te habían hallado. 11
¿Y ahora tú me dices: Ve a decir a tu amo: Ahí está Elías? 12
Además, en cuanto yo te deje, el espíritu de Yahvé te llevará yo no sé dónde, y cuando vaya a informar a Ajab, él no te hallará y me matará. Sin embargo, tu siervo teme a Yahvé desde su juventud. 13
¿No le han dicho a mi señor lo que yo hice cuando Jezabel mataba a los profetas de Yahvé? Yo oculté a cien profetas de Yahvé, de cincuenta en cincuenta, en cavernas, y los proveí de pan y de agua. 14
¿Yahora me mandas: Ve a decir a tu amo: Ahí está Elías, para que me mate? 15
Pero Elías le dijo: Vive Yahvé, Sebaot, a quien sirvo, que hoy mismo me presentaré yo delante de Ajab. La sequía fue de tres años o de tres años y medio (
Luc_4:25;
Stg_5:17), según la distinta manera de contar, al término de los cuales fue palabra de Dios (
Stg_17:2-24) a Elías para que se presentara a Ajab. Tenía éste un mayordomo que, a pesar de vivir en un ambiente idolátrico, conservóse fiel a la religión de sus padres. Abdías se encontró con Elías, que le mandó fuera a anunciar a Ajab su presencia. Con estilo propio de los orientales, el mayordomo se excusa exponiendo al profeta los temores que le asaltaban. La última de las razones que aduce para justificar sus temores es que, conociendo Abdías que el espíritu de Yahvé se presenta de improviso sobre Elías y sobre los profetas, trasladándolos a otras partes
1Sa_10:6-10;
1Sa_19:20-23;
2Re_2:16), teme que en su ausencia se produzca este fenómeno y desaparezca, apareciendo ante Ajab como mentiroso. Elías le asegura con juramento que aquel mismo día se presentará ante Ajab.
Emplea Elías la expresión Yahvé Sebaot el Dios de los ejércitos (
1Sa_1:3-11;
1Sa_4:4;
1Sa_17:45) l
.
Elías y Ajab se enfrentan (1Sa_18:16-19).
16
Abdías, yendo al encuentro de Ajab, le informó, y Ajab se volvió para ir al encuentro de Elías. 17
Apenas le vio Ajab, le dijo: ¿Eres tú, ruina de Israel? 18
Y Elías le respondió: No soy yo la ruina de Israel, sino tú y la casa de tu padre, apartándoos de los mandamientos de Yahvé y yéndoos tras los baales. 19
Anda, convoca a todo Israel sobre el monte Carmel y a los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal que comen de la mesa de Jezabel. Ajab acudió inmediatamente al encuentro de Elías, con el que sostuvo un breve diálogo. A las palabras: ¿Eres tú, ruina de Israel? responde Elías con decisión y aires de superioridad. No es él el causante de la ruina de Israel, sino el rey y la casa de Omri (
1Sa_16:27-28)
al rendir culto a los baales, abandonando al verdadero y único Dios; la sequía es efecto de un castigo de Yahvé.
Sacrificios sobre el monte Carmelo (1Sa_18:20-40).
20
Convocó, pues, Ajab a todos los hijos de Israel y a todos los profetas al monte Carmel; 21
y acercándose Elías a todo el pueblo, le dijo: ¿Hasta cuándo habéis de estar vosotros claudicando de un lado y de otro? Si Yahvé es Dios, seguidle a El; y si lo es Baal, id tras él. El pueblo no respondió nada. 22
Volvió a decir Elías al pueblo: Sólo quedo yo de los profetas de Yahvé, mientras que hay cuatrocientos cincuenta profetas de Baal. 23
Que traigan bueyes para que escojan ellos uno, lo corten en pedazos y lo pongan sobre la leña, pero sin poner fuego debajo; yo prepararé otro sobre la leña, sin poner fuego debajo. 24
Después invocad vosotros el nombre de vuestro dios y yo invocaré el nombre de Yahvé. El dios que respondiere con el fuego, ése sea Dios; y todo el pueblo respondió: Está muy bien. 25
Entonces dijo Elías a los profetas de Baal: Escogeos el buey y haced vosotros primero, pues que sois los más, e invocad el nombre de vuestro dios, pero sin poner fuego debajo. 26
Tomaron ellos el buey que les entregaron, aprestáronlo, y estuvieron invocando el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: Baal, respóndenos. Pero no había voz ni quien respondiese, mientras estaban ellos saltando en torno del altar que habían hecho. 27
Al mediodía burlábase de ellos Elías, diciendo: Gritad bien fuerte; dios es, pero quizá está entretenido conversando, o tiene algún negocio, o está de viaje. Acaso esté dormido, y así le despertaréis. 28
Ellos daban voces y más voces y se sajaban con cuchillos y lancetas, según su costumbre, hasta chorrear la sangre sobre ellos. 29
Pasado el mediodía, siguieron enfurecidos hasta la hora en que suele hacerse la ofrenda de la tarde; pero no hubo voz ni quien escuchase ni respondiese. 30
Entonces dijo Elías a todo el pueblo: Acercaos. Y todo el pueblo se acercó a él. Preparó el altar de Yahvé, que estaba en ruina; 31
y tomando Elías doce piedras, según el número de las tribus de los hijos de Jacob, a quien había dicho Yahvé: Israel será tu nombre, 32
alzó con ellas un altar al nombre de Yahvé. Hizo en derredor una zanja tan grande como la superficie en que se siembran dos satos de simiente; 33
compuso la leña, cortó el buey en pedazos y púsolo sobre la leña. 34
Dijo luego: Llenad de agua cuatro cántaros y echadla sobre el holocausto y sobre la leña. Después dijo: Haced lo mismo otra vez. Otra vez lo hicieron. Dijo aún: Hacedlo por tercera vez. Y por tercera vez lo hicieron. 35
Corría el agua todo en derredor del altar y había llenado el agua también la zanja. 36
Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, llegóse el profeta Elías y dijo: Yahvé, Dios de Abra-ham, de Isaac y de Israel: que se sepa hoy que tú eres Dios de Israel y que yo soy tu siervo, que todo esto hago por mandato tuyo. 37
Respóndeme, Yahvé; respóndeme, para que todo este pueblo conozca que tú, ¡oh Yahvé! eres Dios y que tú conviertes a ti su corazón. 38
Bajó entonces fuego de Yahvé, que consumió el holocausto y la leña, las piedras y el polvo, y aún lamió las aguas que había en la zanja. 39
Viendo esto el pueblo, cayeron todos sobre sus rostros y dijeron: ¡Yahvé es Dios, Yahvé es Dios! 40
Y díjoles Elías: Tomad a los profetas de Baal, sin dejar que escape ninguno. Tomandolos a ellos y llevólos Elías al torrente Cisón, donde los degolló. Los reyes paganos de Edom, Moab, Amón, Tiro y Sidón consultaban a los profetas en los negocios más importantes del reino (
Jer_27:3;
Jer_27:9-10). Existía en Canaán el profetismo extático y delirante y otro más moderado. En uno de los textos de Rash Shamra se habla de un éxtasis sobrevenido durante un acto cultual; la toma de posesión de parte de la divinidad se expresa con la imagen típicamente bíblica de la mano que agarra. La forma moderada del profetismo se encuentra especialmente en el área aramaica y moabítica, como atestiguan las inscripciones de Zakir y de Mesa 2. La reina Jezabel había traído gran número de profetas de Tiro y Sidón. Siguiendo la indicación de Elías, Ajab convocólos al Carmelo. Debían deslindarse los campos y no andar Israel encendiendo una lámpara a Yahvé y otra a Baal. No se trata de decidir cuál de los dos es el más fuerte, sino de saber cuál de los dos es píos; si lo es Yahvé, entonces Baal es pura nada, y viceversa. El juicio de Dios tendría lugar sobre el monte Carmelo (
Kerem = viña), hermosa montaña que se extiende al sudoeste de la llanura de Esdrelón, cubierta de abundante vegetación.
El punto tradicional del sacrificio es
El Muhraqa, en la extremidad sudoriental del monte, a 514 metros sobre el nivel del Mediterráneo. Desde este sitio se divisa el mar; cerca brota el manantial
Bir-el-Mansura, del cual se sacaba el agua para el sacrificio En
Tell el-Qasis, al pie de
El Muhraqa y cerca del Cisón, se conserva todavía hoy la memoria de la matanza de los profetas de Baal Alt, para el cual el dios Baal era el dios local del Carmelo, propone como lugar del sacrificio la punta norte de la montaña que domina el mar;
pero no convencen sus razones 3.
Elías habla al pueblo, reprobando su conducta sincretista. Como ejemplo del avance de la idolatría,
dice que es el único profeta de Yahvé que se atreve a presentarse en público, lo que contrasta con el apoyo oficial con que cuentan los profetas de Baal. A pesar de esta desproporción numérica,
propone Elías el duelo entre Yahvé y los baales, entre él y los centenares de profetas de los ídolos. La prueba consistirá en que cada uno de los dos bandos inmole sobre el Carmelo un becerro (
Exo_24:5;
Num_23:2;
Jue_6:25); que se corte la víctima en pedazos y se coloque sobre la leña, pero sin poner fuego debajo (
Gen_22:6). Al pueblo agradó aquella propuesta de Elías. A los profetas de Baal, por ser muchos, se les concedió fueran los primeros, dándoseles, además, la facultad de escoger la víctima.
Elías reservóse para el acto apoteósico final. Los profetas de Baal aparejaron el altar e invocaron a Baal a grandes voces, al mismo tiempo que se entregaban a una danza violenta y frenética, que a la larga solía provocar el delirio mántico (v.28-29). Era esta danza originaria de Fenicia4. Con este baile fenicio cabe relacionar lo que se dice en 19:18: Voy a dejar con vida a siete mil cuyas rodillas no se han doblado ante Baal. Al ver Elías que nada conseguían con sus gritos y danzas, burlábase de ellos, diciéndoles que su dios Baal, o
Herakles, llamado el
filósofo, estaba acaso enfrascado en resolver alguna cuestión filosófica; o que, por razón de
atribuírsele la invención de la púrpura y de las naves, estaba ocupado en algún negocio o de viaje. Al dios fenicio se le atribuían expediciones a Libia, y sus admiradores se lo imaginaban al frente de las naves fenicias que surcaban los mares enarbolando las banderas de Tiro y de Sidón o cabalgando sobre un hipocampo alado. Admite Elías la posibilidad de que Herakles esté dormido 5.
A las palabras de Elías redoblaban los profetas de Baal sus esfuerzos a fin de llamar la atención de su dios. Los gritos se suceden cada vez más agudos y suplicantes, y la danza toma caracteres de
vértigo; la agitación alcanza el paroxismo. Aturdidos, insensibles y fuera de sí, se herian freneticamente con cuchillos a los fines de volver mitica la danza. Añade la Biblia que lo hacían según su costumbre6. Por la Biblia consta la costumbre de hacerse tales incisiones en honor de los muertos (
Deu_14:1) y por otros motivos, que los verdaderos profetas condenaban (
Jer_41:5;
Jer_47:5;
Ose_7:14;
Zac_13:6;
Lev_19:28;
Lev_21:5). Hasta bien entrada la tarde no cesaron de profetizar, en el sentido de estar poseídos y dar señales externas del éxtasis profético (
Num_11:25-27; 1 Sam 10:5-I3; 19:20-24).
Cuando la noche amenazaba caerse encima en aquel lugar inhóspito, y ante el rotundo fracaso de los falsos profetas, Elías recogió las piedras del altar de Yahvé que Jezabel había hecho demoler y lo reconstruyó 7. Sobre el Carmelo residió Elíseo (
2Re_4:25) y allí celebraba el pueblo las neomenias y sábados (
2Re_4:23). Causa extrañeza el interés en reunir doce piedras que evocaran la memoria de las doce tribus en unos momentos en que existía la escisión; quizá se trata de alguna alusión histórica (
Exo_24:4;
Jos_4:4). Abrió Elías alrededor del altar una zanja tan grande que en su superficie cabían dos
satos de simiente. Es el
sato una medida de capacidad (
Gen_18:6;
1Sa_25:18) que equivalía a trece litros8.
Al llegar la hora del sacrificio vespertino, que tenía lugar entre dos luces (
Exo_29:39.41;
Num_28:4-8),
empezó Elías su oración a Yahvé. Nada de gritos ni de danzas rituales, ni incisiones de ninguna clase, para dar a entender
que sólo el Dios de Abraham, de Isaac y de Israel (
1Cr_29:18;
2Cr_30:6)
podía mandar el fuego. El milagro se produjo, de lo que dedujeron los israelitas
que Yahvé era el solo y verdadero Dios. A una indicación de Elías se apoderó el pueblo de los profetas de Baal, que Elías degolló en el torrente Cisón (
Jue_4:7-13;
Jue_5:21), al pie del Carmelo. En la lucha entre Yahvé y Baal, los servidores de éste sufren las consecuencias de la derrota de su dios, conforme a las leyes entonces en uso sobre la suerte de los vencidos (
Deu_13:2-6;
Deu_18:20-22).
Fin de la sequía (Deu_18:41-46).
41
Entonces dijo Elías a Ajab: Sube a comer y a beber, porque ya suena gran ruido de lluvia. 42
Y subió Ajab a comer y a beber. Elías subió a la cumbre del Carmel y se postró en tierra, poniendo el rostro entre las rodillas; 43
y dijo a su siervo: Sube y mira hacia el mar. Subió él, miró y dijo: No se ve nada. Elías le dijo: Vuelve a hacerlo siete veces. 44
Y a la séptima vez dijo el siervo: Veo una nubécula, como la palma de la mano de un hombre, que sube del mar. El le dijo: Ve y dile a Ajab: Unce y baja, no te lo impida luego la lluvia. 45
Y en esto se cubrió el cielo de nubes, sopló el viento y cayó gran lluvia. Subió Ajab y vino a Jezrael. 46
Fue sobre Elías la mano de Yahvé, que ciñó sus lomos, y vino corriendo a Jezrael delante de Ajab. El gran drama ha terminado con el triunfo aplastante de Yahvé. Ajab y Elías suben del torrente Cisón a la cumbre del monte (
Jue_6:26); el rey dirigióse al lugar donde se guardaban las provisiones, mientras subía Elías a otra altura superior. Allí se arrodilló, y, con la cabeza entre las rodillas, no atreviéndose a mirar de cara lo que está por suceder, esperaba la lluvia, que debía proceder del mar anunciando con gran ruido su llegada. En Palestina la lluvia es producida por vientos del oeste y sudoeste. En la nube se ha querido ver una figura de la Virgen María, que llevó la salud al mundo9
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