pero me ha enviado de nuevo para sanarte a ti y a tu nuera, Sara. (Tobías 12, 14) © La Biblia de Nuestro Pueblo (2006)
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El Ángel Descubre Su Personalidad (c.12.-13).
Deliberación y acuerdo sobre el salario de Rafael (12:1-5).
1 Llamó Tobit a Tobías y le dijo: Mira, hijo mío, el salario que has de dar a ese hombre que ha ido contigo y lo que conviene añadirle. 2 Padre - contestó él -, no me parece mucho darle la mitad de lo que he traído, 3 pues me ha vuelto sano, curó a mi mujer, cobró el dinero, y a ti también te ha curado. 4 Respondió el anciano: Todo se lo merece. 5 Y, llamando al ángel, le dijo: Toma la mitad de todo lo que habéis traído y vete en paz.
Transcurridos los siete días de la fiesta nupcial (11:7), o catorce según la Vulgata, que cuenta a partir de su llegada a casa, comprende Tobit que ha terminado la misión del joven que se ofreció como guía de su hijo (5:4). Al contratarle, además de señalarle el salario base, había Tobit insinuado que le daría una pequeña recompensa, a la que se haría acreedor según la conducta y el éxito que tuviera en su mision (5:15). Pero, ante el cúmulo de beneficios que le había reportado su actuación, entiende que debía recompensarle con generosidad. No sabía cuánto debía entregarle; su hijo, que estuvo en contacto con él, podía apreciar mejor la cuantía de los servicios prestados.
Rafael se da a conocer e invita a alabar a Dios (12:6-7).
6 Entonces el ángel, llamando a los dos aparte, les dijo: Bendecid a Dios y glorificadle; ensalzadle, pregonad a todos los vivientes lo que ha hecho con vosotros, 7 pues bueno es bendecir a Dios y ensalzar su nombre, pregonando sus obras. No os canséis de confesarle. Bueno es guardar el secreto del rey, pero glorioso pregonar las obras de Dios. Habéis hecho el bien y nada malo os pasará.
Ante el acuerdo de Tobit y su hijo de pagarle los servicios prestados, Rafael los llama aparte para comunicarles algo trascendental y misterioso. Antes de revelar su verdadera personalidad, invita a ambos a alabar y bendecir a Dios, de cuyas manos han recibido todos los bienes y favores que ellos le atribuyen, haciéndoles ver que él ha sido simplemente un instrumento puesto a su servicio por la infinita bondad divina. Por consiguiente, les exhorta a que bendigan a Dios, a que le alaben y den gracias y que pregonen ante todo el mundo las maravillas que ha obrado para con ellos.
Virtudes practicadas por Tobit (12:8-10).
8 Buena es la oración con el ayuno, y la limosna con la justicia. Mejor es poco en justicia que mucho en iniquidad. Mejor es dar limosna que acumular tesoros, 9 pues la limosna libra de la muerte y limpia de todo pecado. Los que practican la misericordia y la justicia serán repletos de vida, 10 mientras que los pecadores son enemigos de su propia dicha.
De entre las virtudes cultivadas preferentemente por Tobit se especifican las siguientes: la oración, el ayuno y la limosna, que han sido llamadas las virtudes cardinales judaicas. Las tres son como el compendio de las obligaciones para con Dios, para consigo mismo y para con el prójimo (Vaccar1). Por encima está la oración (3:2-6), tanto más meritoria cuanto que en el exilio no eran posibles las manifestaciones externas del culto judaico.
La revelación del ángel (12:11-15).
11 Nada os quiero ocultar. Ya os lo he dicho: bueno es guardar los secretos del rey, pero es glorioso revelar las obras de Dios. 12 Cuando orabais tú y tu nuera, Sara, yo presentaba ante el Santo el memorial de vuestras oraciones. Cuando enterrabas a los muertos, también yo te asistía. 13 Cuando sin pereza te levantabas y dejabas de comer para ir a sepultarlos, no se me ocultaba esa buena obra, antes contigo estaba yo. 14 Por eso me envió Dios a curarte a ti y a Sara, tu nuera.15 Yo soy Rafael, uno de los siete santos ángeles que presentamos las oraciones de los justos y tienen entrada ante la majestad del Santo.
Rafael tenía en el cielo el encargo de presentar las oraciones de Tobit y Sara delante del Santo, a la manera como los oficiales y ministros de la corte real presentan al soberano los memoriales de las súplicas de sus subditos. Rafael se presenta aquí no como intercesor y abogado de Tobit ante Dios, sino como mediador y simple ministro (Rev_8:3-4). Dios recibía por mediación de Rafael las oraciones de Tobit y Sara, y las tenía en cuenta para remunerarlas en el tiempo oportuno, de acuerdo con sus inescrutables designios. También Rafael asistía a Tobit y le acompañaba en aquellos momentos en que con diligencia, e interrumpiendo incluso sus comidas, practicaba la obra de misericordia de enterrar a los muertos, hecho que Rafael anotaba y presentaba ante Dios. Se le envió en recompensa un ángel para que en premio se le devolviera la vista y librara a Sara del demonio, además de otros favores.
El anuncio de su misión lleva insensiblemente a Rafael a descubrirles su verdadera personalidad. Por naturaleza es un ser incorpóreo, invisible; pero, al ser mandado por Dios, tomó aquella forma sensible que mejor se ajustaba a la misión que se le había confiado. Para Tobit y familia era Rafael un joven apuesto, de noble ascendencia, buen andarín, perito en el arte de la medicina y de rara habilidad en solucionar rápidamente los asuntos casamenteros; pero nunca hubieran podido conjeturar que tras aquella apariencia sensible se ocultase un ángel de gran categoría. En realidad, Rafael es uno de los siete ángeles que están junto al trono de Dios en calidad de confidentes, consejeros y ministros. A semejanza de los vasallos y servidores de los reyes de la tierra (1Sa_22:17; 1Re_12:6-8; 2 Crón 9,7), tenía Rafael libre entrada ante la majestad del Altísimo para cumplir con su misión específica de presentar a Dios las oraciones de los justos, tales como Tobit.
La mayoría de los ángeles no tienen nombre; pero, en una época en que se tendía a identificar a los ángeles con las estrellas, el recuerdo de los textos de la Escritura, según los cuales Dios llama a las estrellas por sus nombres (Isa_40:26; Job_37:3; Job_38:35; Sal_147:4; Bar_3:33), contribuyó sin duda a dar un determinado nombre a los ángeles que entraban en escena. Los ángeles más importantes, en primer lugar los arcángeles, fueron los primeros en recibir una individualización más completa. Tres de los siete principales reciben en la Biblia un nombre propio: Miguel (Dan_10:13-21; Dan_12:1; Tes 4:16; Jud_1:9), Gabriel (Dan_8:16; Dan_9:21; Luc_1:9) y Rafael (Tob_3:17; Tob_12:15), a los cuales los libros apócrifos (IV Esdras, Henoc, Apocalipsis de Baruc, Apoc. de Moisés) han añadido otros, tales como Uriel, Fanuel, Ragüel, Sariel, Jeremiel, Faltiel, etc. No aparece clara en los libros apócrifos la existencia de una categoría especial formada por siete arcángeles. La creencia en la existencia de la agrupación de siete arcángeles, ¿es de origen bíblico o de inspiración pagana? Algunos panbabilonistas ven en los siete planetas deificados de la religión babilónica el origen de los siete ángeles del judaísmo. Pero los nombres de los siete ángeles, según Henoc c.20, están formados con el nombre de Dios. Y ellos no son asimilados a las estrellas, porque, al contrario, son los siete seres blancos que conducen las estrellas delante de Dios para ser juzgadas (Píen. 90.21). Tampoco es de origen persa, porque, según el P. Lagrange, los siete Ameschas Spentas son puras abstracciones: buen pensamiento, docilidad, inmortalidad. 1 Pero cabe la pregunta: ¿Ha servido la corte real persa como punto de partida para concebir la corte divina? Esd_7:14; Est_1:14 podrían sugerir esta hipótesis (Diego De Celada, Gaspar Sánchez).
Acomodándose Rafael al uso en la corte persa, podía presentarse como uno de los siete consejeros de Dios, no poniendo el término de la comparación en el número matemático, sino en el oficio y misión de aquel grupo de consejeros, como si dijera: Yo soy Rafael, uno de la junta de los consejeros divinos (Caldos). Otros autores se inclinan por considerar el número siete como simbólico, en el sentido de uno de los muchos, o tomar el número en sentido propio y simbólico al mismo tiempo: Yo soy uno de los siete que estamos ante Dios, lo cual no impide que fueran más o menos de siete. Miller busca el origen de este número septenario en Ez c.9 y 10, en donde se habla de espíritus y querubines al servicio de la gloria de Dios (Est_9:13; Est_10:3-7) y en donde, aunque de manera oscura, se diseña el número siete (Est_9:2-3). Con este número relacionan otros el texto de Zach 4:10 y Rev_1:4; Rev_3:1; Rev_8:2. Lo cierto es que esta mención ha contribuido eficazmente al desarrollo de la doctrina de los siete arcángeles.
Tobit y su hijo llenos de temor (Rev_12:16-21).
16 Los dos se quedaron turbados, y cayeron sobre su rostro, llenos de temor. 17 El les dijo: No temáis; la paz sea con vosotros Bendecid a Dios siempre, pues no he venido por mi voluntad, sino por la de Dios, por lo que a El debéis bendecir siempre. 18 Todos los días me hacía ver de vosotros; no comía ni bebía; lo que vosotros veíais era una apariencia. 19 Ahora alabad a Dios, que yo me subo al que me envió, y poned por escrito todo lo sucedido. 20 Se levantaron, pero no le volvieron a ver. 21 Y confesaron las grandezas y maravillas de Dios y cómo el ángel del Señor se les había aparecido.
La revelación de Rafael infundió gran terror a los dos hombres, porque era creencia que nadie podía ver a Dios o a su ángel y seguir viviendo. Los dos cayeron inmediatamente sobre su rostro, llenos de espanto por la suerte que les esperaba (Exo_33:20; Jue_6:22; Jue_13:22; Dan 10,7). No se ve, como pretende Pautrel, la influencia que haya podido tener esta perícopa con la redacción evangélica sobre las apariciones de Jesús (Mat_28:2-10; Lev_24:41-43). Rafael, adoptando una expresión de afectuosa cordialidad: la paz sea con vosotros, tranquiliza a los dos y les inculca de nuevo que alaben a Dios, haciendo hincapié en señalar la gran diferencia existente entre Dios, de quien proceden todos los bienes que han recibido, y su condición de ministro y siervo.