I Reyes 17, 17-23

Más tarde cayó enfermo el hijo de la dueña de la casa; la enfermedad fue tan grave, que murió. Entonces la mujer dijo a Elías:
–¡No quiero nada contigo, profeta! ¿Has venido a mi casa a recordar mis culpas y matarme a mi hijo? Elías respondió:
– Dame a tu hijo.
Y tomándolo de su regazo, se lo llevó a la habitación de arriba, donde él dormía, y lo acostó en la cama. Después clamó al Señor:
– Señor, Dios mío, ¿también a esta viuda que me hospeda en su casa la vas a castigar haciéndole morir al hijo? Luego se echó tres veces sobre el niño, clamando al Señor:
–¡Señor, Dios mío, que la vida vuelva a este niño! El Señor escuchó la súplica de Elías, volvió la vida al niño y resucitó. Elías tomó al niño, lo bajó de la habitación y se lo entregó a la madre, diciéndole:
– Aquí tienes a tu hijo vivo.
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