Apocalipsis  13, 1-18


Las dos fieras
Dn 7

Vi salir del mar una fiera con diez cuernos y siete cabezas; en los cuernos diez turbantes y en las cabezas títulos blasfemos. La fiera de la visión parecía un leopardo, con patas como de oso y boca como de león. El dragón le delegó su poder, su trono y una autoridad grande. Una de sus cabezas parecía herida de muerte, pero la herida mortal se sanó. Todo el mundo admirado seguía a la fiera y adoraba al dragón que dio su autoridad a la fiera; y adoraban a la fiera diciendo: ¿Quién se mide con la fiera?, ¿quién podrá luchar con ella? Le permitieron decir cosas arrogantes y blasfemas, le dieron autoridad para actuar cuarenta y dos meses. Abrió la boca blasfemando de Dios, blasfemando de su Nombre y su morada y de los que habitan en el cielo. Le permitieron hacer la guerra a los santos y vencerlos; le dieron autoridad sobre toda raza, pueblo, lengua y nación. La adorarán todos los habitantes de la tierra cuyos nombres no están registrados desde el principio del mundo en el libro de la vida del Cordero degollado. El que tenga oídos que escuche: El destinado al cautiverio irá cautivo, el destinado a la espada a espada morirá. ¡Aquí se pondrá a prueba la perseverancia y la fe de los santos! Vi subir de la tierra otra fiera, con dos cuernos como de cordero, que hablaba como un dragón. Ejercía toda la autoridad de la primera fiera en su presencia, y obligaba a todos los habitantes de la tierra a adorar a la primera fiera, cuya herida mortal se había sanado. Hace grandes señales: hace caer rayos del cielo a la tierra en presencia de los hombres. Engaña a los habitantes de la tierra con las señales que le permiten hacer delante de la fiera. Manda a los habitantes de la tierra fabricar una imagen de la fiera herida a espada y todavía viva. Le permitieron infundir aliento en la imagen de la fiera, de modo que la imagen de la fiera hablara e hiciera morir a los que no adoraban la imagen de la fiera. A todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, hace que les pongan una marca en la mano derecha o en la frente; de modo que el que no lleve la marca con el nombre de la fiera o con los numerales de su nombre no pueda comprar ni vender. ¡Aquí se pondrá a prueba el talento! El que tenga inteligencia que calcule el número de la fiera; es número de una persona y equivale a 666.
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