Ezequiel  39, 1-29

Y tú, Hijo de hombre, profetiza así contra Gog:
Esto dice el Señor: Aquí estoy contra ti, Gog, jefe y caudillo de Mesec y Tubal, te haré volver y te conduciré, te levantaré en el norte remoto y te llevaré a los montes de Israel. De un golpe te tiraré el arco de la mano izquierda y las flechas se te caerán de la mano derecha. En los montes de Israel caerás tú con todos tus escuadrones y las tropas que vienen contigo. Te daré como pasto a todas las aves de rapiña y a las fieras salvajes. Caerás en campo abierto, porque yo lo he dicho – oráculo del Señor– . Enviaré fuego contra Magog y los que habitan confiados en las islas, para que sepan que yo soy el Señor. Daré a conocer mi Nombre santo en medio de mi pueblo, Israel; ya no profanaré mi Nombre santo, y sabrán las naciones que yo soy el Señor, el Santo de Israel. Mira que llega, que sucede – oráculo del Señor– : es el día que predije. Saldrán los vecinos de los poblados y prenderán y quemarán las armas: arco y flechas, coraza y escudo, venablo y jabalina; harán fuego con ellas durante siete años. No tendrán que acarrear leña del monte ni tendrán que cortarla en los bosques, pues harán fuego con las armas. Saquearán a sus saqueadores y despojarán a sus despojadores – oráculo del Señor– . Aquel día le daré a Gog un mausoleo, un sepulcro en Israel: el valle de Abarim, al este del Mar Muerto, obstruirá el paso a los caminantes. Allí enterrarán a Gog con toda su horda, y le pondrán de nombre Gue Hamon de Gog. La casa de Israel los enterrará para limpiar el país, y tardarán siete meses. Entre todos los del país los enterrarán, y el día en que me cubra yo de gloria será memorable para ellos – oráculo del Señor– . Destacarán patrullas que se dediquen a rastrear el país y a enterrar a los que aún queden a flor de tierra, para limpiar el país. Pasados siete meses harán la inspección. El rastreador que recorriendo el país vea un hueso humano, plantará junto a él una señal, hasta que lo entierren los enterradores en Gue Hamon de Gog, y dejen limpio el país. Y tú, Hijo de hombre, esto dice el Señor:
Di a las aves de toda pluma y a las fieras salvajes: Reúnanse y congréguense de todas partes al banquete que les he preparado, un banquete colosal en los montes de Israel. Comerán carne y beberán sangre: comerán carne de héroes y beberán sangre de príncipes de la tierra; ellos serán los carneros, corderos y chivos, los novillos y los toros, todos engordados en Basán. Comerán grasa hasta que se harten y beberán sangre hasta embriagarse: es el banquete que les he preparado. Se hartarán en mi mesa de caballos y jinetes, de héroes y guerreros – oráculo del Señor– . Mostraré mi gloria a las naciones: todas las naciones verán el juicio que hago en ellos y la mano que lo ejecuta. A partir de aquel día sabrá la casa de Israel que yo soy el Señor, su Dios. Y las naciones sabrán que la casa de Israel fue deportada por su culpa, por haberse rebelado contra mí; por eso les oculté mi rostro, los puse en manos de su adversarios y cayeron todos a espada. Los traté según merecían su inmundicia y sus delitos, ocultándoles mi rostro. Por tanto, así dice el Señor: Ahora cambio la suerte de Jacob, me apiado de la casa de Israel y soy celoso de mi santo Nombre. Cargarán con su deshonra y su deslealtad contra mí cuando habiten en su tierra seguros, sin sobresaltos; cuando los haga regresar de las naciones y los recoja de los países hostiles y muestre en ellos mi santidad a la vista de muchos pueblos. Sabrán que yo soy el Señor, que si los deporté entre los paganos, ahora los reúno en su tierra sin dejarme ninguno. No volveré a ocultarles mi rostro, yo que he infundido mi espíritu en la casa de Israel – oráculo del Señor– .
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