Genesis 37, 1-22


Ciclo Patriarcal: José
Sueños de José
Eclo 34,1-8

Jacob se estableció en el país cananeo, la tierra donde había residido su padre. Ésta es la historia de la familia de Jacob. José tenía diecisiete años y pastoreaba el rebaño con sus hermanos. Ayudaba a los hijos de Bilha y Zilpa, mujeres de su padre, y trajo a su padre malos informes de sus hermanos. Israel prefería a José entre sus hijos, porque le había nacido en edad avanzada, y le hizo una túnica con mangas. Sus hermanos, al ver que su padre lo prefería entre los hermanos, le tomaron rencor y hasta le negaban el saludo. José tuvo un sueño y se lo contó a sus hermanos, con lo cual a ellos les aumentó el rencor. Les dijo:
– Escuchen lo que he soñado. Estábamos atando gavillas en el campo, de pronto mi gavilla se alzó y se tenía en pie mientras las gavillas de ustedes, formaban un círculo en torno a la mía y se postraban ante ella. Le contestaron sus hermanos:
–¿Vas a ser tú nuestro rey? ¿Vas a ser tú nuestro señor?
Y les crecía el rencor por los sueños que les contaba. José tuvo otro sueño y se lo contó a sus hermanos:
– He tenido otro sueño: El sol y la luna y once estrellas se postraban ante mí. Cuando se lo contó a su padre y a sus hermanos, su padre le reprendió:
–¿Qué es eso que has soñado? ¿Es que yo y tu madre y tus hermanos vamos a postrarnos por tierra ante ti? Sus hermanos le tenían envidia, pero su padre se guardó el asunto. Sus hermanos se trasladaron a Siquén a apacentar el rebaño de su padre. Israel dijo a José:
– Tus hermanos se encuentran pastoreando en Siquén. Quiero enviarte allá.
Contestó él:
– Aquí me tienes. Le dijo:
– Vete a ver qué tal están tus hermanos y qué tal el rebaño y tráeme noticias.
Así lo envió desde el valle de Hebrón y él se dirigió a Siquén. Un hombre lo encontró perdido por el campo y le preguntó qué buscaba; él dijo:
– Busco a mis hermanos; te ruego que me digas dónde pastorean. El hombre le contestó:
– Se han marchado de aquí; les oí decir que iban hacia Dotán.
José fue tras sus hermanos y los encontró en Dotán. Cuando ellos lo vieron venir a lo lejos, antes de que se acercara tramaron su muerte. Y comentaban:
–¡Ahí viene ese soñador! Vamos a matarlo y echarlo en un pozo; después diremos que lo ha devorado una fiera, y veremos en qué terminan sus sueños. Cuando Rubén oyó esto, intentó librarlo de sus manos y les dijo:
– No cometamos un homicidio. Y añadió Rubén:
– No derramen sangre; échenlo en este pozo, aquí en el desierto y no pongan las manos sobre él.
Era para librarlo de sus manos y devolverlo a su padre.
José vendido por sus hermanos
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