Hechos 21, 17-26


En Jerusalén

Al llegar a Jerusalén, los hermanos nos recibieron contentos. Al día siguiente fuimos con Pablo a visitar a Santiago; se presentaron los ancianos en pleno. Después de saludarlos, les expuso detalladamente todo lo que Dios había realizado por su medio entre los paganos. Al oírlo, dieron gloria a Dios y dijeron a Pablo:
– Ya ves, hermano, cuántas decenas de miles de judíos se han convertido a la fe, y todos son observantes de la ley. Corre el rumor de que a los judíos que viven entre paganos les enseñas a abandonar la ley de Moisés y les dices que no circunciden a sus hijos ni sigan nuestras costumbres. ¿Qué hacer? Seguro que se enterarán de que has llegado; sigue nuestro consejo: hay entre nosotros cuatro hombres que han hecho un voto. Acude a purificarte con ellos y paga los gastos para que se afeiten la cabeza; así sabrán todos que los rumores que corren acerca de ti no tienen fundamento y que eres un judío observante de la ley. A los paganos convertidos a la fe les hemos comunicado nuestros decretos: que se abstengan de la carne inmolada a los ídolos, de la sangre, de los animales estrangulados y de las relaciones sexuales prohibidas. Al día siguiente Pablo tomó consigo a aquellos hombres, se purificó con ellos y fue al templo para avisar de la fecha en que terminaría la purificación y se llevaría la ofrenda por cada uno de ellos.
Ver contexto