Isaías 46, 1-13


Contra los dioses de Babilonia
Dn 14

Se encorva Bel,
se desploma Nebo;
cargan sus imágenes
sobre bestias y animales de carga,
y las estatuas que les cargan en andas
son una carga abrumadora; a una se encorvan y se desploman:
incapaces de librar al que los lleva,
ellos mismos marchan al destierro. Escúchenme, casa de Jacob,
resto de la casa de Israel,
con quien he cargado
desde que nacieron,
a quien he llevado
desde que salieron de las entrañas: hasta que envejezcan
yo seré el mismo,
hasta las canas yo los sostendré;
yo lo he hecho,
yo los seguiré llevando,
yo los sostendré y los libraré. ¿A quién me compararán,
me igualarán
o me asemejarán?
¿Quién se me puede comparar? Sacan oro de la bolsa
y pesan plata en la balanza;
asalarian un orfebre
que con ello fabrique un dios,
se postran y lo adoran. Se lo cargan a hombros,
lo transportan;
donde lo ponen, allí se queda;
no se mueve de su sitio.
Por mucho que le griten,
no responde,
no los salva del peligro.

Dios, dueño del futuro
48,1-11

Recuerden esto y medítenlo:
reflexionen, rebeldes, recordando el pasado predicho.
Yo soy Dios, y no hay otro;
no hay otro dios como yo. De antemano yo anuncio el futuro;
por adelantado,
lo que aún no ha sucedido.
Digo: Mi designio se cumplirá,
mi voluntad la realizo. Llamo al buitre de oriente,
de tierra lejana
al hombre de mi designio. Escúchenme, los valientes,
que se quedan lejos de la victoria: Yo acerco mi victoria,
no está lejos;
mi salvación no tardará;
traeré la salvación a Sión
y mi honor a Israel.
Ver contexto