Juan  12, 1-11


Unción en Betania
cfr. Mt 26,6-13; Mc 14,3-9; Lc 7,36-50

Seis días antes de la Pascua Jesús fue a Betania, donde estaba Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos. Le ofrecieron un banquete. Marta servía y Lázaro era uno de los comensales. María tomó una libra de perfume de nardo puro, muy costoso, ungió con él los pies a Jesús y se los enjugó con los cabellos. La casa se llenó del olor del perfume. Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que lo iba a entregar, dijo: –¿Por qué no han vendido ese perfume en trescientas monedas para repartirlas a los pobres? Lo decía no porque le importaran los pobres, sino porque era ladrón; y, como llevaba la bolsa, robaba de lo que ponían en ella. Jesús contestó:
– Déjala que lo guarde para el día de mi sepultura. A los pobres los tendrán siempre entre ustedes, pero a mí no siempre me tendrán. Un gran gentío de judíos supo que estaba allí y acudieron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes habían decidido dar muerte también a Lázaro, porque por su causa muchos judíos iban y creían en Jesús.
Ver contexto