Mateo 27, 11-26


Jesús ante Pilato
Mc 15,2-15; Lc 23,2-5.13-25; cfr. Jn 18,29– 19,1.4-16

Jesús fue llevado ante el gobernador, el cual lo interrogó:
–¿Eres tú el rey de los judíos?
Contestó Jesús:
– Tú lo has dicho. Pero, cuando lo acusaban los sumos sacerdotes y los ancianos no respondía nada. Entonces le dijo Pilato:
–¿No oyes de cuántas cosas te acusan? Pero no respondió una palabra, con gran admiración del gobernador. Por la Pascua acostumbraba el gobernador soltar a un prisionero, el que la gente quisiera. Tenía entonces un preso famoso llamado [Jesús] Barrabás. Cuando estaban reunidos, les preguntó Pilato:
–¿A quién quieren que les suelte? ¿A [Jesús] Barrabás o a Jesús, llamado el Mesías? Ya que le constaba que lo habían entregado por envidia. Estando él sentado en el tribunal, su mujer le envió un recado:
– No te metas con ese inocente, que esta noche en sueños he sufrido mucho por su causa. Mientras tanto los sumos sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud para que pidieran la libertad de Barrabás y la condena de Jesús. El gobernador tomó la palabra:
–¿A cuál de los dos quieren que les suelte?
Contestaron:
– A Barrabás. Respondió Pilato:
–¿Y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?
Contestaron todos:
– Crucifícalo. Él les dijo:
– Pero, ¿qué mal ha hecho?
Pero ellos seguían gritando:
– Crucifícalo. Viendo Pilato que no conseguía nada, al contrario, que se estaban amotinando, pidió agua y se lavó las manos ante la gente diciendo:
– No soy responsable de la muerte de este inocente. Es cosa de ustedes. El pueblo respondió:
– Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos. Entonces les soltó a Barrabás, y a Jesús lo hizo azotar y lo entregó para que lo crucificaran.
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