Tobías 6, 1-19


El viaje

Cuando salieron el muchacho y el ángel, el perro se fue con ellos. Caminaron hasta que se les hizo de noche, y acamparon junto al río Tigris. El muchacho bajó hasta el río a lavarse los pies, y un pez enorme saltó del río intentando arrancarle un pie. Tobías dio un grito, y el ángel le dijo:
–¡Agárralo, no lo sueltes!
Tobías sujetó al pez y lo sacó a tierra. Entonces, el ángel le dijo:
–Ábrelo, quítale la hiel, el corazón y el hígado, y guárdalos, porque sirven como remedios; los intestinos, tíralos. El chico abrió el pez y juntó la hiel, el corazón y el hígado; luego asó un trozo del pez, lo comió y saló el resto. Siguieron su camino juntos hasta llegar a Media. Entonces Tobías preguntó al ángel:
– Amigo Azarías, ¿qué remedios se sacan del corazón, del hígado y de la hiel del pez? El ángel respondió:
– Si a un hombre o a una mujer le dan ataques de un demonio o un espíritu malo, se queman allí delante el corazón y el hígado del pez, y ya no le vuelven los ataques. Y si uno tiene nubes en los ojos, se le unta con la hiel; luego se sopla, y se sana. Habían entrado ya en Media, y estaban cerca de Ecbatana, cuando Rafael dijo al chico:
– Amigo Tobías.
Él respondió:
–¿Qué?
Rafael dijo:
– Hoy vamos a hacer noche en casa de Ragüel. Es pariente tuyo, y tiene una hija llamada Sara. Es hija única. Tú eres el pariente con más derecho a casarse con ella y a heredar los bienes de su padre. La muchacha es formal, decidida y muy guapa, y su padre es de buena posición. Luego siguió:
– Tú tienes derecho a casarte con ella. Escucha, amigo. Esta misma noche hablaré al padre acerca de la muchacha, para que te la reserve como prometida. Y cuando volvamos de Ragués hacemos la boda. Estoy seguro de que Ragüel no va a poner obstáculos ni la va a casar con otro. Se expondría a la pena de muerte, según la Ley de Moisés, sabiendo como sabe que su hija te pertenece a ti antes que a cualquier otro. De manera que escucha, amigo. Esta misma noche vamos a tratar acerca de la muchacha y la pediremos en matrimonio. Luego, cuando volvamos de Ragués, la recogemos y la llevamos con nosotros a tu casa. Tobías le dijo:
– Amigo Azarías, he oído que ya se ha casado siete veces, y todos los maridos han muerto en la alcoba la noche de bodas cuando se acercaban a ella. He oído decir que los mataba un demonio, y como el demonio no le hace daño a ella, pero mata al que quiere acercársele, yo, como soy hijo único, tengo miedo de morirme y de mandar a la sepultura a mis padres del disgusto que les iba a dar. Y no tienen otro hijo que pueda enterrarlos. El ángel le preguntó:
–¿Y no te acuerdas de las recomendaciones que te hizo tu padre: que te casaras con una de la familia? Mira, escucha, amigo, no te preocupes por ese demonio; tú cásate con ella; sé que esta misma noche te la darán como esposa. Y cuando vayas a entrar en la alcoba, toma un poco del hígado y del corazón del pez y échalo en el brasero del incienso. Al esparcirse el olor, en cuanto el demonio lo huela, escapará y ya no volverá a aparecer cerca de ella. Cuando vayas a unirte a ella, levántense primero los dos para orar y supliquen al Señor del cielo que tenga misericordia de ustedes y los salve. No temas; que ella te está destinada desde la eternidad; tú la salvarás, ella irá contigo, y pienso que te dará hijos muy queridos. No te preocupes. Al oír Tobías lo que iba diciendo Rafael, y que Sara era pariente suya, de la familia de su padre, le tomó cariño y se enamoró de ella.
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