Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Capitulo 25.
C onforme a lo indicado en el capítulo anterior, parece que Mt continúa el tema, respondiendo con él a la segunda parte de la pregunta hecha a Jesucristo por los discípulos con motivo de la afirmación de la destrucción del templo: ¿Cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo? Al ignorarse hay que vigilar. Las dos parábolas siguientes son evocadas ante el juicio final por el Cristo perseguido y condenado.
Parábola de las Diez vírgenes, 25:1-13.
1
Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que, tomando sus lámparas, salieron al encuentro del esposo. 2
Cinco de ellas eran necias, y cinco prudentes; 3
las necias, al tomar las lámparas, no tomaron consigo aceite, 4
mientras que las prudentes tomaron aceite en las alcuzas juntamente con sus lámparas. s Como el esposo tardaba, se adormilaron y durmieron. 6
A la medianoche se oyó un clamoreo: Ahí está el esposo; salid a su encuentro. 7
Se despertaron entonces todas las vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas. 8
Las necias dijeron a las prudentes: Dadnos aceite del vuestro, porque se nos apagan las lámparas. 9
Pero las prudentes respondieron: No, porque podría ser que no bastase para nosotras y vosotras; id más bien a la tienda y compradlo; 10
pero, mientras fueron a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban prontas entraron con él a las bodas y se cerró la puerta. ? Llegaron más tarde las otras vírgenes, diciendo: Señor, señor, ábrenos. 12
Pero él respondió: En verdad os digo que no os conozco. 13
Velad, pues que no sabéis el día ni la hora. Se continúa con el bloque de relatos sobre la vigilancia. Aquí parecen orientados más estos temas en orden a la parusía.
Según las costumbres de entonces, los actos de una boda comenzaban a la puesta del sol. La novia esperaba en su casa, rodeada de amigas, la llegada del novio, que venía a buscarla, acompañado del grupo de sus amigos o paraninfos, que en Judea parece eran dos, y con todo el resto del grupo de familiares y demás amistades la llevaban, unidos los dos cortejos, a casa del esposo, en la que viviría. Todo este cortejo se realizaba con antorchas y cantos festivos. La esposa llevaba su cabeza ceñida de una corona y era llevada en una litera a casa de su esposo. Este y los suyos rodeaban la litera. Tanto los amigos del esposo como las amigas de la esposa iban entonando cánticos festivos y alusivos a los mismos. A la llegada del cortejo se celebraba el banquete de bodas 1.
Mt presenta un cortejo de diez vírgenes (ðáñèÝíáò). El número es puramente convencional y elegido para darle un valor simétrico, y con la expresión vírgenes trata de expresarse el ser jóvenes no casadas, que eran las que habían de acompañar a la esposa.
La lectura de la Vulgata, que salieron al encuentro del esposo (
et sponsae),
no es lectura genuina 2. El esposo, con su cortejo, tardaba, lo que es un rasgo irreal, pues ya todos estos actos están demasiado cronometrados, y siempre en un cortejo de éstos, que es de una duración muy pequeña, no viene a suceder lo que supone una tardanza muy larga que estas vírgenes se adormilasen y se durmiesen. Rasgo irreal, pues ya habían salido, y nada se dice si se duermen en el camino o se volvieron a casa. Y es increíble que se puedan dormir las compañeras de la esposa mientras la han de acompañar en toda su fiesta y espera. Es rasgo ambientalmente irreal, pero literaria y doctrinalmente real, que interviene en la enseñanza.
De estas diez vírgenes, cinco de ellas eran imprevisoras (ìùñáé)· El término griego tiene varios significados embotado, tardo, fatuo, estulto, imprudente, etc. , pero aquí, en contraposición a las otras, que se las califica, por su previsión, de prudentes (öñüíéìïé) ï previsoras, el significado que conviene a las primeras es de imprevisoras o imprudentes. Todas ellas salieron al encuentro del cortejo del esposo, el cual también se omite en la descripción, mirando sólo a destacar la comparación alegórica del esposo, y llevando con ellas, pues, conforme al uso, cía de noche, lámparas (ëáìðÜäáò). Estas lámparas se las supone, ordinariamente, conforme al pequeño tipo de lucernas de barro, de las que se encuentran con tanta abundancia en las excavaciones de Palestina. Pero, así valoradas, parece ser otro rasgo irreal. Pues no se ve cómo unas lucernas tan pequeñas pueden servir para alumbrar ampliamente el camino de un cortejo nupcial. Ordinariamente se usaban altas antorchas. Zorell ha propuesto que con el término de estas lucernas, aquí usado, se significa, como en otros muchos pasajes clásicos y papiros , las teas que se usaban en estos cortejos 3.
Estas jóvenes imprevisoras no tomaron, con sus lucernas o sus teas, una vasija donde llevar el aceite de repuesto. Zorell hace ver cómo, en su hipótesis, según las costumbres actuales de Belén, estas teas llevan en su extremidad superior telas impregnadas en aceite, y para repostarlas han de llevarse también vasijas con aceite, de repuesto 4.
En el resto del relato hay una serie de rasgos irreales: el que se duerman esperando al cortejo del esposo; el que las lucernas o teas se hubiesen apagado y no calculasen la necesidad de repuesto; el ir a medianoche a comprar aceite; el que se hubiese cerrado la puerta tras el cortejo, y el que tengan estas jóvenes poco previsoras que llamar a la puerta y al esposo para que les abra; ni le llamarían señor, pues eran familiares o gentes amigas. Y la respuesta del mismo: No os conozco; y el que las prudentes reprochan su descuido a las otras: no es alegría familiar.
Expuesto el cuadro de esta parábola, la doctrina que con ella se enseña aquí es ésta: Vigilad, porque no sabéis el día ni la hora de la venida final del Hijo del hombre. Es adición parenética que se gusta añadir a las parábolas (
Mat_24:42;
Mar_13:35).
Pero a través de esta enseñanza final y de los rasgos irreales que en ella se acusan se ve en varios elementos un valor
alegórico. éstos pueden ser los siguientes:
El esposo es Jesucristo (
Rev_19:6ss.9).
Su venida inesperada, su venida en la parusía.
Las vírgenes previsoras, las almas preparadas para la parusía.
Las vírgenes imprevisoras, las almas no preparadas para esa hora. Parece que también se ve en éstas a Israel, mientras en las previsoras a los gentiles: sería un cierto contraste global ante los hechos.
Las vasijas de aceite de repuesto y el prepararlas al despertar indica la solicitud de estas almas y su preparación y su vigilar en orden a la parusía.
También se destaca en la parábola que la actitud de vigilancia, actitud espiritual en orden a esta preparación parusíaca, no basta con un asistir, sin más, a este cortejo, aquí nupcial, allí parusíaco, sino que hay que tener esta previsión de repuesto, que es cooperar de una manera muy directa para poder intervenir o sumarse a él. Esta preparación es personal; cada una de estas vírgenes previsoras ha cooperado y se ha preparado. Y para esto hace falta que esta preparación religiosa sea no sólo actual, sino, como alguien ha dicho, habitualmente actual. Ya que el esposo puede llegar inesperadamente. No basta tampoco un simple clamar, como estas jóvenes imprevisoras; se exigen las obras de toda una vida (
Mat_7:21-23). Ningún comentario mejor a este propósito que las mismas palabras de Jesucristo, cuando dice: No todo el que dice: ¡Señor, Señor! entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos. Muchos
me dirán en
aquel día: ¡Señor, Señor! Yo entonces les diré: Nunca os conocí (
Mat_7:21-23). Es todo ello la necesidad de las obras, en los mayores, en la vida cristiana para el premio e ingreso en el cielo. La parábola siguiente lo confirmará.
Si literariamente esta parábola mira a la parusía final; si esta parusía tiene una perspectiva que será, históricamente, definida y concreta, no obstante, conceptualmente, en el intento de Cristo, todo el tiempo anterior a ese momento es tiempo de preparación parusíaca. Se está ya en la hora postrera (
1Jn_2:18; cf.
Hec_2:17), y en ella, si la muerte sorprende antes de su venida, como sucedió a tantos que oyeron estas palabras de Cristo, no dejó de ser su vida, así enfocada,
una preparación también para la venida final de Cristo. Todo cabía, en la
perspectiva real de Cristo, como preparación para esta venida 5.
La parábola, como se ha visto, tiene un marcado enfoque de matices a la parusía, preocupación de la Iglesia primitiva, a la que representaba en fuerte tensión expectante en las diez vírgenes. Por otra parte, esta mezcla de vírgenes prudentes y necias, como la mezcla temporal eclesial de buenos y malos, es tema de Mt.
Originariamente la narración debió de ser el relato parabólico de un banquete, acaso de bodas, con la llegada
inesperada del esposo. Lo repentino suele ser signo de acontecimiento grave o catastrófico v.g., el diluvio, el dueño que retorna de viaje . El acento debió de versar sobre lo súbito e inesperado que tendría la parusía. El alerta de vigilancia era una conclusión, original o adventicia, que se imponía.
La Iglesia primitiva la aplicó a sus fieles, y la
alegorizó conforme a su uso, ante el mejor conocimiento de la doctrina y hechos. Pero el valor fundamental que tuvo en boca de Cristo permanece, aunque también parece percibirse
el valor moralizante de la misma en la iglesia de Mt.
Parábola de los Talentos,Hec_25:14-30.
Propia de Mt y con la misma perspectiva literaria ya que puede proceder de otro contexto a la parusía 6.
14
Porque es como si uno, al emprender un viaje, llama a sus siervos y les entrega su hacienda, 15
dando a uno cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad, y se va. 16
Luego el que había recibido cinco talentos se fue y negoció con ellos y ganó otros cinco. ! 7
Asimismo el de los dos ganó otros dos. '8
Pero el que había recibido uno se fue, hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su amo. 19
Pasado mucho tiempo, vuelve el amo de aquellos siervos y les toma cuentas, 20
y, llegando el que había recibido los cinco talentos, presentó otros cinco, diciendo: Señor, tú me has dado cinco talentos; mira, pues, otros cinco que he ganado. 21
Y su amo le dice: Muy bien, siervo bueno y fiel, has sido fiel en lo poco, te constituiré sobre lo mucho; entra en el gozo de tu señor. 22
Llegó el de los dos talentos y dijo: Señor, dos talentos me has dado; mira otros dos que he ganado. 23
Díjole su señor: Muy bien, siervo bueno y fiel; has sido fiel en lo poco, te constituiré sobre lo mucho; entra en el gozo de tu señor. 24
Se acercó también el que había recibido un solo talento y dijo: Señor, tuve cuenta que eres hombre duro, que quieres cosechar donde no sembraste y recoger donde no esparciste, 25
y, temiendo, me fui y escondí tu talento en la tierra; aquí lo tienes. 26
Respondióle su señor: Siervo malo y haragán, ¿conque sabías que yo quiero cosechar donde no sembré y recoger donde no esparcí? 27
Debías, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, para que a mi vuelta recibiese lo mío, con los intereses. 28
Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez, 29
porque al que tiene se le dará y abundará; pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará, 30
y a ese siervo inútil echadle a las tinieblas exteriores; allí habrá llanto y crujir de dientes. Se trata de una parábola alegorizante. Ya comienza con esta estructura, artificiosa y pedagógica, pues no por emprenderse un viaje con regreso hay que disponer de los bienes, y aquí va a confiarles su hacienda. Por el contrario, lo distribuye a tres categorías de siervos.
La cantidad que deposita es exorbitante y acusa intenciones alegóricas. Va a distribuir talentos. El talento, más que una moneda, era el peso de un determinado número de dinero. Pesaba unos 42 kilogramos. Era equivalente a 6.000 denarios. Y éste aparece como el sueldo diario de un operario (
Mat_20:2). Se cita en un papiro cómo se pagan a un tejedor 80 dracmas (la dracma ática es equivalente al denario) como salario de dos meses 7. La cantidad, pues, que deja a cada uno cinco, dos y un talento era excesiva, y, conforme al artificio de la parábola, distribuida también convencionalmente según su capacidad.
Después de mucho tiempo volvió aquel señor. Con ello se da margen suficiente a la producción de los bienes confiados. Pero el primero y único acto que se destaca, por su valor de enseñanza, es el que pide cuentas de los talentos entregados a aquellos siervos.
Los dos primeros, gozosos, le traen el doble de lo entregado: el primero recibió cinco talentos, y logró otros cinco; el segundo, con dos, logró otros dos.
El señor los felicita por haber sido siervo bueno y fiel. Pero destacará un rasgo, por el valor alegorizante que va a tener: han sido fieles en lo poco. Pero cinco y dos talentos eran una fortuna cuantiosa. Los cinco talentos eran equivalentes a 30.000 denarios, y los dos talentos equivalían a 12.000. El felicitar por haber sido fiel en lo poco, siendo una cantidad excesiva, acaso esté formulado sobre un proverbio o sentencia sapiencial; en todo caso, probablemente se destaca por su valor alegórico: la abundancia y excelencia de los dones de Dios.
El premio será una mayor abundancia de dones: si aquí se le encargó de administrar una cantidad limitada, lo poco, el premio será constituirlo sobre lo mucho. Así, de administrador limitado pasa a ser mayordomo o intendente general. Es fórmula literaria de expresión progresiva. El premio es entrar en el gozo de su señor, cuyo significado alegórico, como luego se verá, es el premio definitivo mesiánico. Lo mismo pasa y se dice con el mismo clisé proporcional con el segundo siervo.
Pero al llegar el siervo al que, por sus condiciones, se le había dado un solo talento, éste le dirá, torpe y osadamente, como disculpa de su temor y de su inactividad, que lo escondió en tierra, para asegurarlo así incluso del robo de ladrones (
Mat_13:44), por temor al señor, que eres hombre duro, que quieres cosechar donde no sembraste y recoger donde no esparciste. Elemento parabólico que tendrá su parte de alegorización.
El juicio que hace su señor de él es éste: Eres malo y perezoso; y si sabías que yo era así y temías perderlo al exponerlo a determinados negocios, debías haberlo llevado a los banqueros, para que a mi vuelta lo hubiese recibido con el interés. En la época de Cristo el interés que producía el dinero en las mesas de los banqueros era sobre un 12 por 100 al año 8. Así habría, a su vuelta, recibido lo mío, puesto que sólo lo había entregado para negociar, junto con el interés correspondiente.
El señor, ante esto, da la orden de castigo, que es doble:
a) quitarle lo que se le dio;
b) echarle a las tinieblas exteriores; Allí habrá llanto y crujir de dientes.
Hay una cosa chocante: el talento que se quita a este siervo inepto hace que se lo den al que tenía cinco y logró otros cinco talentos. ¿Por qué esto? Podría acusar la libre voluntad de distribución de sus bienes de este señor (
Mat_20:15). Pero se expone así, probablemente, por el valor alegórico de este detalle.
De hecho, como explicación, se añade lo siguiente: Porque al que tiene, se le dará y abundará; pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará (v.29).
El contexto propio de este versículo es discutido. Aparece también en otros pasajes (
Mat_13:12;
Mar_4:25;
Luc_8:18) que son contextos completamente distintos. Pero también aparece en otro contexto semejante (
Luc_19:26). ¿Es una especie de proverbio usado por Jesucristo en diversas ocasiones? ¿Es una sentencia que Jesucristo usó en otra ocasión, y el evangelista la utiliza o repite, oportunamente, aquí?
La enseñanza doctrinal fundamental es clara:
Dios exige que los seres humanos rindan, religiosamente, los valores que Dios les confió, preparándose así a su parusía. Pero esta misma enseñanza alegoriza, seguramente, varios de los elementos integrantes de la misma. Tales son:
1) El señor que emprende un viaje, que tendrá retorno, es Jesucristo en su Ascensión.
2) Esta ausencia será larga mucho tiempo y tendrá retorno: es Jesucristo en su parusía final.
3) Los bienes que confía a sus siervos son los valores religiosos que son dados a los hombres (
Efe_4:7-16).
4) El repartir talentos, cantidad excesiva, acaso pueda indicar la generosidad de los dones celestiales. El hombre ha de rendir cuenta de todos sus valores a
Dios. 5) El señor que vuelve, juzga y da premios y castigos es Jesucristo, Juez del mundo, en su parusía.
6) El premio de entrar en el gozo de tu señor es el premio de la felicidad eterna, cuya descripción alude al gozo de participar en el banquete mesiánico celestial (
Mat_8:12.13;
Mat_22:8.10;
Luc_22:30), forma con que se expresaba, frecuentemente, la felicidad mesiánica.
7) El rendimiento máximo, en su apreciación literaria, de los talentos confiados a los dos primeros siervos, indica la
obligación de desarrollar los dones de Dios (
1Co_15:10) y el
mérito de los mismos, como se ve por el elogio
y premio que da a los dos primeros siervos. En el reino de Cristo, las acciones tienen verdadero
mérito, que Dios premia y cuya omisión castiga. La fe sin obras queda rechazada en esta parábola alegorizante.
8) La inactividad de no rendir con los dones de Dios es culpa: pecado de omisión.
9) Todos estos dones aparecen siempre como don de Dios, no sólo al confiarlos los talentos que confía a los siervos , sino también en el tiempo del uso de ellos: para que al venir recibiese lo
mío (un talento), con los
intereses (v.27).
10) El hecho de mandar añadir este talento al que tenía diez, lo mismo que la frase porque al que tiene se le dará y abundará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará, más que alegoría, es un enunciado de la economía sobrenatural, presentado en forma paradójica. El que obra bien y merece, se hace siempre digno de una mayor donación de gracias y que los poderes otorgados a los discípulos crecen con el uso y disminuyen con el desuso (J. L. Mckenzie). Naturalmente, la parábola alegorizante tiene un valor sapientiae extremista y ha de ser medido en su ambiente.
11) El echar a este siervo inútil a las tinieblas exteriores, allí habrá llanto y crujir de dientes es, en este contexto, el castigo del infierno y fórmula usual en los evangelios. En Lc (
1Co_21:7) está menos alegorizado este rasgo.
Se plantea el problema de si esta parábola es la misma que trae Lc (
1Co_19:11-28) sobre las minas. Las diferencias apreciables en la comparación de ambas son accidentales, y los autores admiten, generalmente, que es una doble versión de la misma.
El sentido original del relato debió de ser una parábola, pues la actual
alegorización cristiana es clara. En ella se censuraría a los escribas y jefes religiosos de Israel, a quienes se había confiado el tesoro de la doctrina y no la supieron administrar para el mesianismo, hasta impedir al pueblo recibir el don del reino (
Luc_11:52). Si originariamente no se aludía al juicio final, se lo suponía en el transfondo.
La Iglesia primitiva la alegorizó, destacándose en ella dos direcciones: una es la
parenética: por qué se le añade al que tiene más lo que se le quitó al que no produjo. Esta sorpresa está explícita en Lc (
Luc_19:25-26). Tales son los planes de Dios (
Mat_20:11-15): libres y misteriosos. Pero el acento principal, ya muy pronto, se centra en su enfoque
parusíaco: hay que rendir los dones de Dios,
pero en orden final a la parusía. Que haya un alerta vigilante en los fieles, aunque ésta se demore (
2Te_2:1-2), haciendo rendir los talentos que Dios ha dado a cada uno. Que no haya desánimo porque ésta no sea inminente 8. Preocupación muy acusada en la primera generación cristiana.
El juicio final,2Te_25:31-46.
Este cuadro del juicio final es el término natural de toda la construcción literaria del discurso escatológico en Mt. Las parábolas de la vigilancia a la parusía exigían como término la manifestación de ésta. La parusía final de Cristo será la hora en que El ejercerá un juicio universal. Se omite la resurrección de los muertos (
1Te_4:15-18), con la transformación que experimentarán en esa hora al ser revestidos de las dotes gloriosas (1 Cor c.15). Aquí sólo se presenta el hecho de Cristo Juez del mundo, que da una sanción eterna, con sentencia universal final y pública.
El Cristo glorioso frente al Cristo condenado.
31
Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria y todos los ángeles con El, se sentarán sobre su trono de gloria. 32
Y se reunirán en su presencia todas las gentes, y separará a unos de otros, como el pastor separa a las ovejas de los cabritos, 33
y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. 4
Entonces dirá el Rey a los que están a su derecha: Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. 35
Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; peregriné, y me acogisteis; 36
estaba desnudo, y me vestísteis; enfermo, y me visitasteis; preso, y vinisteis a verme.37
Y le responderán los justos: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, sediento y te dimos de beber? 38
¿Cuándo te vimos peregrino y te acogimos, desnudo y te vestimos? 39
¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte? 40
Y el Rey les dirá: En verdad os digo que cuantas veces hicisteis eso a uno de estos mis hermanos menores, a mí me lo hicisteis. 41
Y dirá a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno, preparado para el diablo y para sus ángeles. 42
Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; 43
fui peregrino, y no me alojasteis; estuve desnudo, y no me vestísteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis. 44
Entonces ellos responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, o sediento, o peregrino, o enfermo, o en prisión, y no te socorrimos? 45
El les contestará diciendo: En verdad os digo que, cuando dejasteis de hacer eso con uno de estos pequeñuelos, conmigo no lo hicisteis. 46
E irán al suplicio eterno, y los justos, a la vida eterna. En esta hora de la parusía final, el Hijo del hombre vendrá en su gloria, y, como parte de ella, vendrá con todos los ángeles, que
son sus ángeles (
Mat_13:39-41.49.50;
Mat_24:31), como ornamento suyo y como ejecutores de sus órdenes. Todo ello indica, dentro del género apocalíptico,
la grandeza de la majestad con que Cristo realizará aquel acto, lo que no excluye, naturalmente, la realidad de esta presencia de los ángeles; aparte que la presencia de los ángeles, como
sus servidores,
habla de su trascendencia.
Cristo, en su venida, conforme a la descripción de los apocalípticos, se sentará sobre un trono de gloria 9. Y se reunirán delante de él todas
las gentes. Es el juicio universal (
Mat_28:19).
Cristo, Hijo del hombre, proclamado aquí abiertamente
Rey, es el Rey Mesías (
Jua_6:15), y, como Rey, va a dar posesión o exclusión de entrar en su Reino (v.34) a todas las gentes. Y aparece aquí como
Juez del mundo, y en cuanto Hijo del hombre (
Jua_5:27). Este poder judicial de Cristo sobre la humanidad evoca o habla de su grandeza divina. La literatura apócrifa apocalíptica no atribuye este poder judicial sino a Dios. Sólo un pasaje del
Libro de Henoc se lo confiere al Mesías, pero ni así a El solo. Cristo aparece aquí reivindicándose este privilegio o atributo divino. ¿No es esto sugerir su naturaleza divina? Por esta doble prerrogativa de Juez de los seres humanos y de fin último de los hombres, se nos muestra
la persona de Cristo con una majestad claramente divina. 10
Cristo ejerce, dramáticamente, en este cuadro su acción judicial, separando a las diversas clases de personas, como el pastor separa a las ovejas de los cabritos imagen probablemente inspirada en Ezequiel (
Jua_34:17) en dos grupos: a la derecha e izquierda. En el uso rabínico de casos de separación, a la derecha se pone siempre lo mejor 11. Õ en el
motivo de esta separación hay dos razones.
a) La primera es una predestinación. Son aquellos a quienes el Padre se lo tiene preparado ya desde la constitución del mundo.
La realización del plan eterno de Dios se expresa a veces por la frase
antes de la constitución del mundo (
Jua_17:24;
Efe_1:14); pero la expresión
desde la constitución del mundo viene a tener el mismo significado. Así se lee en el Apocalipsis: Y la adoraron [a la Bestia] todos los moradores de la tierra, cuyo nombre no está escrito,
desde el principio del mundo, en el libro de la vida del Cordero degollado (
Rev_13:8). Esto mismo se ve en Proverbios, según los LXX (
Rev_8:22-23), en el que la expresión
al comienzo del mundo significa evidentemente
antes de venir al mundo. Es la elección de que habla abiertamente San Pablo (
Efe_1:4).
b) Pero el segundo motivo son las
obras que realice el ser humano:
las obras de misericordia. Son hechos prácticos. No en vano El dejará en la última cena, como característica de los suyos, el amor de unos a otros (
Jua_13:35). Y es la prueba clara del amor a Dios, hasta llamar San Juan mentiroso al que dice que ama a Dios y no ama al prójimo con hechos (
1Jn_4:20-21). Era la doctrina en la que tanto insistieron los profetas y autores sagrados, y que aquí se describe a su estilo (
Isa_58:7;
Job_22:6, etc.). Mt describe este cuadro en la línea del sermón de la Montaña. Si aquello es el programa, esto es el término de toda la actividad. Es tema muy de Mt (
Job_7:2 Iss). En su pintura se ven usados, probablemente, sobria y libremente, elementos de temas apocalípticos judíos, especialmente del libro de las parábolas de Henoc 11.
Pero este amor al prójimo no es filantropía; ha de ser caridad. Porque exige que, al beneficiar al prójimo necesitado, se vea en el prójimo a él: a mí me lo hicisteis (v.40.45).
Es amor de caridad: amor al prójimo por amor de Dios. No interesa la calidad ni la categoría de las personas. Pues no es la persona por quien se hace, sino
por EL Por eso tiene premio de cielo lo que se hace a mis hermanos más pequeños. En realidad, lo que más destaca Mt en la condena de Cristo en el juicio no es tanto el no haber hecho estas obras, sino el no haberlas hecho viendo en esos desgraciados a El (Bonnard) (cf.
Mar_9:37;
Luc_9:48): hacerlas por él.
c) Por último, la sentencia que se da es
eterna. Los malvados irán al suplicio eterno, y los justos a la vida eterna (v.46).
Los malvados tendrán suplicio (v.46), que es separación de Cristo (v.41); fuego (v.49) y compañía del diablo y de sus ángeles (v.42). Del infierno se dice que está preparado para el diablo y para sus ángeles. En el ambiente judío se admitía un demonio de rango superior, que concretaba en sí todas las maldades, al que se le dan diversos nombres, y que ejerce un cierto reinado sobre los inferiores, incluso para dirigirlos 12. Los demonios, conforme a la tradición, lo cual también sostenía la teología rabínica, son ángeles, espíritus (
Rev_12:7-9) 13.
Y este castigo será eterno. La palabra cobra un espantoso realismo, sin atenuación alguna posible, en este contexto. Los unos y los otros tienen un destino igualmente eterno; si queremos arrancar a los condenados de su pena, es menester también tomar a los elegidos de su vida 14.
1 Sobre estas costumbres, cf. Strack-B.,
Kommentar. I p.500-517-969; cf. Rev. Bib. (1917) 175-180; cf. J. Jeremías, o.c., p.209-214. 2 Nestlé,
?. ?. graece el latine (1928) ap. crít. a
Mat_25:1. 3 Zorell, Lexicón graecum í. Ô. (1931) col.758-759. 4 Lexicón. Lc. 5 Lagrange, Le Messianisme. (1909) p.166; Vosté, Parabolae selectae. (1933) II p.488-505; Buzy, Parábales. (1932) h.L; Lagrange, évang. s. Sí. Matth. (1927) p.4 74-479; Fuenterrabía, La imagen parabólica del matrimonio y la parábola de las diez vírgenes: Est. Franc. (1956) 321-362; F. A. STROBEL, Zum Verstandnis von
Mat_25:1-13 : Novum Test. (Lciden) (1958) 199-227; J. Blinzler, Bereitschaft für das Kommen des Herrn!
Mat_25:1-13 : Bibel und Liturgie (1963) 89-100; J. Jeremías, Die Gleichnisse Jesu (1970) p.64-66.209-214. 6 J. Jeremías,
Die Gleichnisse Jesu. (1970). 7 Willam,
Das Leben Jesu. vers. esp. (1940) 387. 8 Edersheim, Life and Times of Jesús II p.463-464; Kennedy, Money-changers, en Hasting, Dic. ofBible III p.432-433; Willam, Das Leben Jesu. vers. esp. (1940; el ap. Operaciones bancarias p.380-383; P. Ganne, La parábale des talents: Bibl. et Vie Chrét. (1962) p.44- 53; M. Zerwick,
Die Parabel vm Thrananwarter, Lev_19:11-27; Bíblica (1959) p.654-674. 8 j. Jeremías, o.c., p.72-78. 9
Henoc XLV 3; LV 8; LXII 2. 10 Lebreton,
La Vie Et L'enseignement De J.-Ch., Vers. Esp. (1942) II P.164. 11 Strack-B.,
Kommentar. I P.980. 11 D. Ruatti, // giudizio universale e le opere di misericordia (
Mat_25:31-46) (Diss. Pont. Univ. Gregoriana 1959). 12 Bonsirven, Le Judaüme paLesümen (1934) I p.244-246. 13 Bonsirven, o.c., i p.24l-244. 14 Lebreton, o.c., p.166.