I Corintios 12, 12-27

Porque como el cuerpo es uno solo y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, con ser muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. Pues todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, fuimos bautizados en un solo Espíritu, para formar un solo cuerpo, y a todos se nos dio a beber un solo Espíritu. Porque el cuerpo no es un miembro solo, sino muchos: Aunque el pie diga: Como ya no soy mano, no pertenezco al cuerpo, no por eso deja de pertenecer al cuerpo. Aunque la oreja diga: Como no soy ojo, no pertenezco al cuerpo, no por eso deja de pertenecer al cuerpo. Si el cuerpo entero fuera ojo, ¿dónde quedaría el oído? Si el cuerpo entero fuera oído, ¿dónde quedaría el olfato? La verdad es que Dios colocó cada miembro en el sitio correspondiente del cuerpo, según quiso. Si todos fueran un solo miembro, ¿dónde quedaría el cuerpo? Pero de hecho hay muchos miembros y un solo cuerpo. El ojo no puede decirle a la mano: No tengo necesidad de ti; ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros. Muy al contrario, los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son indispensables, y los que consideramos menos respetables en el cuerpo, los rodeamos de mayor respeto y los menos honestos reciben mayor recato, mientras que los honestos no lo necesitan. Pero Dios dispuso armoniosamente el cuerpo, dando mayor dignidad al miembro que carece de ella, para que no haya división en el cuerpo, sino que por igual los miembros se preocupen unos de otros. y así, si un miembro sufre, todos los demás padecen con él, y si un miembro es distinguido con honor, todos los demás se alegran con él. Ahora bien, vosotros sois cuerpo de Cristo, y cada uno miembro de él.
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