I Timoteo 5, 17-22

Los presbíteros, que desempeñan bien su cargo, sean honrados con doble honor, sobre todo los que trabajan en la predicación y en la enseñanza. Pues dice la Escritura «Al buey que trilla no le pongas el bozal», y: «el obrero merece su salario.» Contra un presbítero no admitas querella que no esté avalada por dos o tres testigos. A los que cometen pecados corrígelos públicamente, para que los demás experimenten con ello el debido temor. En la presencia de Dios y Cristo Jesús y de sus ángeles escogidos te encargo solemnemente que observes estas normas sin prejuicio, no haciendo nada con parcialidad. No te precipites en imponer las manos a nadie, haciéndote así responsable de los pecados ajenos; consérvate puro.
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