Deuteronomio  5, 1-12

Moisés convocó a todo Israel y les dijo: Escucha, Israel, los preceptos y las normas que hoy hago resonar en tus oídos; apréndelos y cuida de ponerlos por obra. Yahvéh, nuestro Dios, concluyó con nosotros una alianza en el Horeb. No concluyó Yahvéh esta alianza con nuestros padres, sino con nosotros, los que vivimos, los que estamos aquí hoy. Cara a cara os habló Yahvéh en el monte, de en medio del fuego. En aquella ocasión estaba yo entre Yahvéh y vosotros, para transmitiros la palabra de Yahvéh, pues vosotros teníais miedo del fuego y no subisteis al monte. Y él dijo: Yo soy Yahvéh, tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de los esclavos. No tendrás otros dioses fuera de mí. No te fabricarás imagen tallada ni figura alguna de cuanto hay arriba en los cielos, o abajo en la tierra, o en las aguas bajo la tierra. No te postrarás ante ellas ni las servirás, porque yo, Yahvéh, tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me odian; pero tengo misericordia hasta la milésima generación con los que me aman y guardan mis mandamientos. No pronunciarás en vano el nombre de Yahvéh, tu Dios; porque Yahvéh no dejará sin castigo al que pronuncie su nombre en vano. Guarda el día del sábado, para santificarlo, como te lo ha mandado Yahvéh, tu Dios.
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