Genesis 3, 1-12

La serpiente, el más astuto de todos los animales del campo que Yahvéh -Dios había hecho, dijo a la mujer: ¿Conque os ha dicho Dios: No comáis de ningún árbol del paraíso? Respondió la mujer a la serpiente: Del fruto de los árboles del jardín podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del jardín dijo Dios: No comáis de él, ni lo toquéis, para que no muráis. Dijo la serpiente a la mujer: No, no moriréis; al contrario, Dios sabe que el día que comáis de él se abrirán vuestros ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal. Vio la mujer que el árbol tenía frutos sabrosos y que era seductor a la vista y codiciable para conseguir sabiduría; tomó de sus frutos y comió, y dio también a su marido, que estaba con ella, y que igualmente comió de él. Se abrieron entonces los ojos de ambos, y al darse cuenta de que estaban desnudos, cosieron hojas de higuera y se hicieron unos ceñidores. Y oyeron el rumor de los pasos de Yahvéh -Dios, que se paseaba por el jardín a la brisa del día, y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Yahvéh -Dios por entre la arboleda del jardín. Y llamó Yahvéh -Dios al hombre, diciéndole: ¿Dónde estás? Y él contestó: Oí el ruido de tus pasos por el jardín, y tuve miedo, porque estoy desnudo, y me escondí. Y dijote: ¿Quién te ha hecho saber que estabas desnudo? ¿Comiste quizá del árbol del que yo te prohibí que comieses? Respondió el hombre: Ha sido la mujer que pusiste a mi lado la que me dio del árbol, y comí.
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