Genesis 24, 13-35

Voy a ponerme de pie junto a la fuente de agua mientras las jóvenes de la ciudad salen a sacar agua. La joven a quien yo dijere: Inclina, por favor, tu cántaro para que yo beba, y ella respondiere: Bebe, y también abrevaré tus camellos, sea ésta la que tú has reservado para tu siervo Isaac, y en esto conoceré yo que has hecho misericordia con mi señor. Y aconteció que, antes de que él acabara de hablar, salía Rebeca, hija de Betuel, hijo de Milká, mujer de Najor, hermano de Abraham, con su cántaro al hombro. Era la joven de muy buen parecer y virgen, pues ningún varón la había conocido. Descendió a la fuente, llenó su cántaro y subió de nuevo. Entonces corrió el criado a su encuentro y le dijo: Te ruego que me des a beber un poco de agua de tu cántaro. Contestó ella: Bebe, señor mío, y apresuróse a bajar su cántaro hasta el brazo y le dio de beber. Cuando hubo acabado de darle de beber, dijo ella: También para tus camellos voy a sacar agua, hasta que se sacien. Se dio prisa a vaciar su cántaro en el abrevadero, corrió de nuevo a la fuente a sacar agua y la sacó para todos los camellos. El hombre la contemplaba en silencio, con ánimo de saber si Yahvéh había hecho prosperar o no su camino. Cuando los camellos acabaron de beber, tomó el hombre un anillo de oro de medio siclo de peso y dos brazaletes de diez siclos de oro, los puso en su mano, y preguntó: ¿De quién eres hija? Ruégote que me digas si no habría lugar en casa de tu padre donde pudiéramos pasar la noche. Le contestó: Soy hija de Betuel, el hijo que dio Milká a Najor. Y añadió: Hay en nuestra casa paja y mucho forraje y también lugar para pasar la noche. Postróse entonces el hombre y adoró a Yahvéh, diciendo: Bendito sea Yahvéh, Dios de mi señor Abraham, que no ha negado su misericordia y su fidelidad a mi señor, y que me ha guiado en el camino a la casa de los hermanos de mi señor. Corrió la joven a contar en casa de su madre lo que había sucedido. Tenía Rebeca un hermano llamado Labán, que se apresuró a salir fuera hacia la fuente donde estaba el hombre. Tan pronto como vio el anillo y los brazaletes en las manos de su hermana y escuchó las palabras de Rebeca, su hermana, que decía: Así me habló el hombre, vino a él, que seguía de pie al lado de los camellos, junto a la fuente, y le dijo: Entra, bendito de Yahvéh, ¿por qué estás fuera? Ya he preparado la casa, y hay lugar para los camellos. Entró el hombre en la casa. Desaparejó Labán los camellos y les dio paja y forraje, y agua al hombre y a los que le acompañaban, para que se lavaran los pies. Después le sirvió de comer; pero él dijo: No comeré hasta que diga lo que tengo que decir. Y le contestó: Habla. Entonces dijo: Soy el criado de Abraham. Yahvéh ha bendecido largamente a mi señor y lo ha enriquecido, dándole ganado menor y mayor, plata y oro, siervos y siervas, camellos y asnos.
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