Marcos 5, 1-11

Llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos. Y apenas desembarcó, vino a su encuentro, saliendo de los sepulcros, un hombre poseído de un espíritu impuro. Este hombre tenía su morada en los sepulcros, y ni siquiera con una cadena podía ya nadie sujetarlo; pues, aunque muchas veces lo habían sujetado con grillos y cadenas, rompía las cadenas y hacía trizas los grillos, de manera que nadie lo podía dominar; y andaba de continuo, noche y día, por los sepulcros y por los montes, gritando y golpeándose contra las piedras. Cuando vio a Jesús desde lejos, fue corriendo a postrarse ante él, y a grandes gritos le dice: «¿Qué tienes tú que ver conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Por Dios te conjuro que no me atormentes.» Es que Jesús le estaba diciendo: «Sal de este hombre, espíritu impuro.» Y le preguntaba: «¿Cuál es tu nombre?» Y él le contesta: «Legión es mi nombre, porque somos muchos»; y le rogaba con insistencia que no los expulsara fuera de aquella región. Había por allí, paciendo junto al monte, una gran piara de cerdos;
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