Marcos 5, 9-22

Y le preguntaba: «¿Cuál es tu nombre?» Y él le contesta: «Legión es mi nombre, porque somos muchos»; y le rogaba con insistencia que no los expulsara fuera de aquella región. Había por allí, paciendo junto al monte, una gran piara de cerdos; y los espíritus impuros le suplicaron: «Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos.» Y se lo permitió. Salieron, pues, los espíritus impuros y entraron en los cerdos; y la piara, en la que había unos dos mil, se arrojó con gran ímpetu al mar por un precipicio, y se fueron ahogando en el mar. Los porqueros salieron huyendo y llevaron la noticia a la ciudad y a los caseríos; y las gentes acudían a ver qué era lo que había sucedido. Lléganse a Jesús, y ven al endemoniado, el que había tenido toda aquella legión, sentado ya, vestido y en su sano juicio. Y quedaron llenos de espanto. Los que lo habían presenciado les referían lo ocurrido con el endemoniado y con los cerdos. Entonces se pusieron a rogar a Jesús que se alejara de aquellos territorios. Al entrar Jesús en la barca, el que había estado endemoniado le suplicaba que le permitiera acompañarlo. Pero no se lo permitió, sino que le dice: «Vete a tu casa con los tuyos, y cuéntales todo lo que el Señor, compadecido de ti, ha hecho contigo.» El hambre se fue y comenzó a proclamar por la Decápolis todo lo que Jesús había hecho con él; y todos se admiraban. Cuando Jesús cruzó de nuevo en la barca hasta la orilla, se reunió una gran multitud a su alrededor; él permanecía junto al mar. Entonces viene uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verlo, se echa a sus pies
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