Genesis 2, 18-25

Dijo Yahvéh -Dios: No es bueno que el hombre esté solo; voy a hacerle una ayuda que se acomode a él. Entonces Yahvéh -Dios formó del suelo todos los animales del campo y todas las aves de los cielos, y los condujo al hombre para ver qué nombre les daba; y todo ser viviente llevaría el nombre que le impusiera el hombre. El hombre impuso nombres a todos los ganados, a las aves del cielo y a todos los animales del campo; pero para el hombre no se encontró ayuda que se acomodara a él. Entonces Yahvéh -Dios hizo caer sobre el hombre un profundo sopor, y el hombre se durmió. Y le quitó una de sus costillas, y cerró nuevamente la carne en su lugar; y de la costilla que había quitado del hombre formó Yahvéh -Dios la mujer, y la presentó al hombre. El hombre exclamó: Ésta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Se llamará varona, porque del varón ha sido tomada. Por eso, dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y vendrán a ser los dos una sola carne. Ambos estaban desnudos, el hombre y su mujer, pero no se avergonzaban.
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