Romanos  15, 19-29

por el poder de señales y prodigios, por el poder del Espíritu; de modo que yo, partiendo de Jerusalén y en todas direcciones hasta lliria, he dado a conocer plenamente el Evangelio de Cristo, mirando como un punto de honor el anunciar el Evangelio, pero no allí donde el nombre de Cristo ya había sido invocado, para no edificar sobre cimiento ajeno, sino, conforme está escrito: «Quienes no habían tenido noticia de él, lo verán; y los que no habían oído hablar de él, comprenderán» (Is 52,15). Por eso precisamente, me veía impedido tantas veces de llegar hasta vosotros. Pero ahora, no teniendo ya campo de acción en estas regiones, y teniendo, además, desde hace muchos años, vivos deseos de llegar hasta vosotros espero veros a mi paso, cuando emprenda mi viaje a España, y ser encaminado por vosotros allá, después de haber disfrutado un poco de vuestra compañía. Pero de momento me encamino a Jerusalén, para realizar un servicio a aquellos hermanos. Porque Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una colecta en beneficio de los pobres que hay entre los santos de Jerusalén. Tuviéronlo a bien, y aún tenían esa deuda con ellos. Porque, si los gentiles participaron de sus bienes espirituales, deben a su vez servirles con los bienes temporales. Así pues, en cuanto haya cumplido este encargo y haya consignado en sus manos esta colecta, me encaminaré a España, pasando por vosotros. Y sé que, yendo a vosotros, iré con la plena bendición de Cristo.
Ver contexto