Eclesiástico 14, 16-24

Da y toma, y alegra tu alma; porque no hay que buscar en el hades el placer. Todo hombre envejece como vestido; que así es la ley eterna: morirás sin remisión. Como hojas florecientes en árbol frondoso, que unas deja caer y otras hace florecer, así es la generación de carne y sangre: una muere y otra nace. Toda obra corruptible desaparece; quien la ejecuta, con ella se irá. Dichoso el hombre que se ejercita en la sabiduría y platica con su inteligencia; quien medita en su corazón sus caminos y reflexiona en sus secretos; quien sale tras ella como quien le sigue la pista y se está al acecho en sus caminos; quien se asoma a sus ventanas y escucha a sus puertas; quien se aloja muy cerca de su casa, y fija en sus muros su estaca;
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