Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Esposa. 2 1
Yo soy el narciso de Sarón,
un lirio de los valles.
Esposo. 2
Como lirio entre los cardos
es mi amada entre las doncellas.
Esposa. 3
a Como manzano entre los árboles silvestres
es mi amado entre los mancebos.
A su sombra anhelo sentarme,
y su fruto es dulce a mi paladar.
A la búsqueda angustiosa e incierta ha sucedido el encuentro placentero. Ambos esposos se declaran mutuamente su admiración en metáforas llenas de lirismo oriental. El esposo, que antes era presentado como pastor, ahora es llamado enfáticamente
rey por su amada, exactamente como ésta, antes pastora, era presentada como reina o princesa ataviada con los más ostentosos adornos. La imaginación del poeta juega con todos los símiles y situaciones según convenga a sus efusiones líricas. Ahora el esposo-rey está sentado en su diván de palacio, como antes aparecía en las majadas de los pastores, y la esposa se acerca trémula rezumando perfumes exquisitos 16. Cuando ya lo tiene en sus brazos, le parece sentir el aroma balsámico de la
mirra, goma resinosa que exhala un perfume fuerte. En la antigüedad, las doncellas de alcurnia llevaban colgando del cuello, entre sus pechos, una
bolsita de plantas aromáticas, que exhalaban su fragancia constantemente. Para la esposa, su amado es esta
bolsita de mirra que perfuma su cuerpo de un modo permanente. Es también un
racimito de alheña de las viñas de Engadí, localidad famosa en la orilla occidental del mar Muerto; famoso oasis, donde habían de establecerse los esenios en el primer siglo del cristianismo 15. El poeta nombra esta localidad haciéndose eco de la feracidad legendaria de esta región, como antes había mencionado el cortejo del faraón, sin que hayamos de encontrar alusiones especiales históricas. La
alheña en forma de racimos olorosos debía de ser famosa en aquella región.
A las metáforas exóticas e insinuantes de la esposa contesta el esposo declarando ingenuamente la belleza de su amada: sus ojos son
palomas. La mirada dulce y encantadora de la paloma es el mejor reflejo de la candida y extasiada mirada de la esposa. Esta responde proclamando la desbordante hermosura de su amado y aludiendo a la cámara nupcial, donde se había de consumar el amor marital:
nuestro pabellón verdeguea ya. El poeta juega aquí con dos símiles, conforme a las dos situaciones ya descritas. Los esposos habían sido presentados primero como
pastores vagando con sus rebaños por la salvaje campiña, y después como personajes regios. Siguiendo el primer símil, la esposa, contentándose con lo más humilde, habla de un
pabellón silvestre, hecho de ramas verdes, en el que se disponen a pasar la noche:
nuestro pabellón verdeguea ya. Pero el esposo, insensiblemente, jugando con el supuesto de su calidad de personaje de estirpe regia, habla de su palacio, cuyas
vigas son de cedro, y los
artesonados de ciprés, justamente como era el famoso palacio de Salomón 16.
De nuevo se suceden los requiebros amorosos con metáforas campestres. La esposa se presenta modestamente como un
narciso de la llanura de Sarón, en la costa palestina al norte de Jafa, y como un simple
lirio de los valles. Pero el esposo, recogiendo esta modesta metáfora, hace resaltar que el
lirio es algo grande en medio de los
cardos. Es el caso de su amada en comparación con las doncellas que forman su cortejo de honor.
La delicada insinuación del esposo encuentra réplica inmediata en los labios de la esposa: su amado se destaca como un
manzano entre los árboles silvestres. La mención del
manzano ha de entenderse simplemente como símbolo de los árboles frutales, de un valor incomparablemente superior al de los arbustos silvestres que brotan espontáneamente por doquier. Frente a la esterilidad de éstos está la utilidad del manzano, cuyo valor queda así realzado en medio de aquéllos. El esposo sobresale en valor entre los
mancebos que le rodean como el manzano entre los arbustos silvestres. El árbol ofrece rico fruto y generosa
sombra al viandante. La esposa, jugando con el mismo símil, declara su felicidad al poder descansar a la
sombra de su amado y gustar de su exquisito
fruto 17.
La mutua posesión de los esposos (4-7).
Esposa. 4
Me ha introducido en la sala del festín,
y la bandera que contra mí alzó es (bandera de) amor.
5
Confortadme con pasas, reanimadme con manzanas, que desfallezco de amor.
6
Está su izquierda bajo mi cabeza y su diestra me abraza.
Esposo. 7
Os conjuro, hijas de Jerusalén,
por las gacelas y ciervos del campo 18
, que no despeitéis ni inquietéis a la amada hasta que ella quiera. De nuevo el poeta cambia de marco: antes presentaba a la esposa a la sombra del manzano en el campo; ahora, jugando con su calidad de reina, la lleva al palacio real, donde es introducida en la
sala del festín, donde se ha de reñir una batalla de amor entre los esposos. Ambos se enfrentan como dos ejércitos en orden de combate, y la
bandera o lábaro que preside la lucha es el
amor. En estas justas amorosas, la esposa es la primera vencida, como era de esperar. Al encontrarse a solas frente a su amado, se siente desfallecer, y aparatosamente pide auxilio a sus acompañantes para no morir de amor:
Confortadme... Los pasteles de
pasas y la mermelada de
manzanas eran considerados como reconfortante en la medicina casera de la antigüedad. Por eso, la esposa las reclama con urgencia.
Ante la llamada angustiosa de la esposa, que se desploma desfallecida, acude el esposo, que la abraza amorosamente. Aquélla agradece el gesto que anhelaba: su
izquierda está bajo mi cabeza y su diestra me abraza. Insensiblemente cae en un éxtasis de amor. Dormida en los brazos de su amado, ha encontrado la felicidad: las inquietudes, los anhelos angustiosos, han encontrado su resultado en la plena posesión amorosa. El esposo no quiere interrumpir esta felicidad de su amada, y así pide a los circunstantes que no inquieten el dulce sueño de su esposa. Sus conjuros están llenos de fresco lirismo primitivista. Las
gacelas y los
ciervos son el adorno de la estepa, y han servido, por su gracilidad y esbeltez, de símbolo de la belleza y la gracia femenina en la poesía de todos los pueblos de la antigüedad. El hagiógrafo los utiliza, pues, en este sentido insinuante en el momento más solemne de su primer poema, cuando se ha consumado en un abrazo el amor de los dos esposos.
1
Cantar de los Cantares es un semitismo para indicar el Cántico por excelencia de la Biblia. Se atribuye por seudonimia a
Salomón, porque era el sabio por excelencia y porque había gozado como nadie del amor de las mujeres. 2
Bib. de Jér.: El rey
me ha introducido en sus apartamentos. Así también Buzy. VI 298. 3 D. Buzy,
Le Cantique des Cantiques (La Sainte Bible, de Pirot-Ülamer) (París 1951) 4
Sal_104:15; Eclo 31:35- 5 Traducimos la palabra hebrea
'álamoth por
doncellas, mujeres en estado nubil, lo que implica su virginidad. 6 Algunos autores corrigen:
Salma o
Salem, abrev. poética de Jerusalén. 7 D. Buzy, o.c., 299-300. 8 Cf. Gant 1:7; 5:8; 16; 8:4. 9 D. Buzy, o.c., 300. 10
Cedar es el hijo segundo de Ismael (
Gen_25:13), y dio nombre a una tribu de nómadas del desierto arábigo. 11
Los alegoristas Robert, Ricciotti, Joüon, Feuillet ven en estos detalles literarios alusiones a la historia de Israel. El coro de doncellas representa a las naciones gentílicas, que admiran la suerte histórica de Israel. Las
cámaras del rey son los departamentos del templo de Jerusalén. Los
hermanos de la esposa, que la han obligado a guardar viñas, son los caldeos (el antepasado Abraham era oriundo de Mesopotamia). Los trabajos de la cautividad la han puesto
morena trabajando para los caldeos (guardando sus viñas); en cambio, no ha podido dedicarse a guardar la propia, el territorio de Palestina, que le pertenece. Arrepentida Israel, ha buscado a su Esposo, el pastor de su rebaño; y desea no extraviarse tras de los otros pastores, que son los cultos idolátricos de las naciones extranjeras. 12
Tiro: lit. yegua de los carros del faraón. Así traduce la
Bib. de Jér, 13 Los alegoristas ven en esta mención de los carros del faraón una alusión al éxodo de los israelitas, que se salvaron atravesando el mar Rojo, mientras el ejército del faraón quedó anegado. 14
Nardo: del persa
nardin y sánscrito
nalada, era un perfume de excepcional precio (Cf.
Luc_7:37-38;
Jua_12:3) 15
Engadí significa en hebreo fuente del cabrito, y por ello se presta a formar parte de este relato bucólico del Cantar de los Cantares. 16 Cf.
1Re_5:22-24;
1Re_7:2-8. 17 Los alegoristas ven en estas expresiones una alusión al tabernáculo del desierto, donde residía Yahvé en medio de su pueblo. 18 Parece que hay un juego de palabras en hebreo entre los nombres
ayyalot (ciervos) y
sebaot (gacelas) con la expresión Dios de los ejércitos
(Elohe Sebaoth). Poema Segundo (2:8-3:5).
E l tema vuelve a comenzar para desarrollarse de modo paralelo al anterior. Otra vez empieza la búsqueda ansiosa del amado por los campos, para terminar con la posesión amorosa del mismo en la cámara nupcial. El tema, pues, es el mismo, pero con nuevos recursos poéticos bellísimos, en conformidad con la desbordante imaginación oriental.
El encuentro de los dos esposos (8-14).
Esposa.
8
¡La voz de mi amado! Vedle que llega saltando por los montes, triscando por los collados.
9
Es mi amado como la gacela o el cervatillo. Vedle que está ya detrás de nuestros muros, atisbando por las ventanas,
espiando por entre las celosías.
10
Mi amado ha tomado la palabra y dice:
Esposo. ¡Levántate ya, amada mía,
hermosa mía, y ven!
11
Que ya se ha pasado el invierno y han cesado las lluvias.
12
Ya se muestran en la tierra los brotes floridos, ya ha llegado el tiempo de la poda
y se deja oír en nuestra tierra el arrullo de la tórtola.
13
Ya ha echado la higuera sus brotes, ya las viñas en flor esparcen su aroma. ¡Levántate, amada mía,
hermosa mía, y ven!
14
Paloma mía, (que anidas) en las hendiduras de las en las grietas de las peñas escarpadas, [rocas, dame a ver tu rostro,
hazme oír tu voz. Que tu voz es dulce y encantador tu rostro. La esposa siente, nostálgica, la ausencia del amado, y, pensando en él en su lecho, percibe sus pasos lejanos. Viene presuroso hacia ella como un ciervo
saltando por los montes y triscando por los collados. De nuevo el símil del venado sirve para describir la gracia y la celeridad del esposo, que desde tierras lejanas avanza hacia la casa de la que llena su corazón ansioso de amor i. En unos instantes ha llegado a los muros de la casa de su prometida y
atisba sigiloso por las
celosías para sorprenderla y darle a entender su amor. El viaje ha sido largo, pero todo lo ha salvado el corazón enamorado.
La esposa, fingiendo desinterés y queriendo probar el amor del que la viene a visitar, se hace la despreocupada, y no sale a la
ventana a recibirle. Es entonces cuando el enamorado joven entona un bellísimo canto de amor y de bienvenida a la primavera, que se muestra en la floración pujante del campo. Ha pasado la dura estación invernal, y las últimas lluvias anuncian el advenimiento de la primavera florida; ha llegado el
tiempo de la poda de las vides en flor. La
tórtola con sus
arrullos anuncia la estación del amor. La naturaleza vegetal despierta y la sangre de los animales se calienta. Los paj arillos preparan sus nidos y los enamorados conciertan sus bodas. Es una insinuación a la prometida para ultimar los desposorios:
¡Levántate, amada mía, hermosa mía, y ven! Nuevamente la compara a una
paloma, pero ahora se muestra esquiva e inaccesible, como si anidase en las anfractuosidades de los
wadys, lejos de la vista de los hombres. Quizá en estas palabras haya una alusión a la honestidad y virginidad de la prometida, que se reserva cuidadosamente para su amado.
La respuesta de la esposa (15-17).
15
¡Cazadnos las raposas, las raposillas que destrozan las viñas, nuestras viñas en flor!
Esposa.16
Mi amado es para mí, y yo para él. Pastorea entre azucenas. 17
Antes de que refresque el día y huyan las sombras,
vuelve, amado mío, semejante a la gacela o al cervatillo por los montes de Beter.
El v.15 resulta extraño en el contexto, y quizá sea una glosa del copista, que entona una canción popular alusiva a los destrozos que las raposas o chacales hacen en las
viñas en flor. La mención del v.13 de las viñas floridas le pudo sugerir esta copla popular, poniéndola en boca de uno de los amantes, dando quizá un sentido simbólico. El amor es frágil y puede desaparecer con cualquier desgraciada reacción de los amantes, desmoronándose así unas relaciones amorosas antiguas 2. Los amores son, pues, delicados como
viñas en flor, que fácilmente se marchitan y desfloran bajo las inclemencias del tiempo o por la incursión de las alimañas. En este sentido, la canción puede relacionarse con la llamada del esposo, que apremia a su amante a concretar los desposorios definitivos.
El v.16 encuentra su lugar más apropiado en 6:2, donde los dos amantes están en el jardín entre balsameras y azucenas. Es el momento de la mutua posesión y de la entrega amorosa: Mi
amado es para mí, y yo para el amado. En cambio, en el contexto actual resulta la frase extraña, ya que la futura esposa está en su lecho, y su amante a la puerta de su ventana en plena noche, como se dice a continuación.
El v.1y también resulta sospechoso desde el punto de vista de su autenticidad. La primera parte antes
de que refresque el día y huyan las sombras vuelve a aparecer en 4:6. La segunda parte
vuelve, amado mío, semejante a la gacela o al cervatillo parece una repetición
Deu_2:9. Los montes
de Beter nos resultan desconocidos desde el punto de vista geográfico, y pueden ser una creación imaginaria del poeta en razón de la sonoridad del vocablo.