Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
39. Fin Desastroso de Gog.
El profeta continúa describiendo la invasión y el castigo que le espera al invasor. La derrota será tal, que los judíos se dedicarán durante siete años y siete meses a quemar las armas del enemigo vencido y a enterrar sus cadáveres. El género apocalíptico se despliega aquí en toda su ampulosidad imaginativa.
Con la victoria grandiosa de Yahvé, los gentiles reconocerán la omnipotencia y justicia de Yahvé, el Dios de los judíos.
La derrota de Gog (1-8).
1 Tú, pues, hijo de hombre, profetiza contra Gog y di: Así habla el Señor, Yahvé: Heme aquí contra ti, ¡oh Gog! príncipe soberano de Mesec y Túbal; 2 yo te atraeré, yo te guiaré y te haré subir de los confines del septentrión y te llevaré a los montes de Israel, 3 y romperé en tu mano izquierda el arco y haré caer de tu diestra las saetas. 4 Caerás en los montes de Israel con todos los ejércitos y todos los pueblos que contigo estén. Te destino para pasto de aves rapaces de todo plumaje, de las fieras del campo. 5 Serás abatido sobre la haz del campo, porque lo digo yo, dice el Señor, Yahvé. 6 Y encenderé en Ma-gog un fuego y en las islas que habitan confiadamente, y sabrán que yo soy Yahvé. 7 Haré notorio mi santo nombre en medio de mi pueblo Israel, no dejaré más que sea profanado mi santo nombre, y sabrán las gentes que yo soy Yahvé, el Santo de Israel. 8 Y llegarán estas cosas, vendrán, diré el Señor, Yahvé: Es el día de que he hablado yo. El profeta se encara de nuevo con el invasor y le recuerda irónicamente que en todos sus movimientos invasores no es sino instrumento de la voluntad divina, que lo empuja sobre Israel para demostrar la omnipotencia de Yahvé al derrotarlo totalmente. En su itinerario desde
el septentrión (v.2), su patria de origen, Armenia o montes caucásicos, no hace Gog sino cumplir los designios divinos. Y es inútil que se presente con un ejército bien armado, porque sus armas se les caerán de las manos (v.3). No les espera sino morir en el campo de batalla, quedando sus soldados insepultos para pasto de las aves y de las fieras del campo. Era la mayor ignominia para un caudillo guerrero el quedar insepulto sin tener honores fúnebres. Y no sólo los invasores sufrirán esta terrible suerte, sino hasta su país de origen,
Magog, será pasto de las llamas (v.6). Las
islas en la literatura profética son una designación vaga para indicar las ciudades paganas costeras del Mediterráneo. Aquí, según el texto hebreo, están asociadas a la suerte de Magog; pero, según la versión griega, las islas serán habitadas en paz, lo que sorprende en el contexto; probablemente es glosa.
Con la derrota estruendosa del invasor de Israel se manifestará el santo
nombre de Yahvé (v.7). Al ser vencidos los judíos, los paganos habían
profanado el nombre de Yahvé al hacer befa de El, declarándole impotente para defender a su pueblo. Ahora, en cambio,
al manifestarse plenamente la omnipotencia divina, reconocerán que es el Santo de Israel (v.7), es decir, el que, por un lado, es trascendente e incontaminado, y, por otro, está vinculado a Israel, en cuanto que le ha escogido como pueblo suyo.
Proporciones desorbitadas de la derrota de Gog (9.-20)
9 Y saldrán fuera los habitantes de las ciudades de Israel, y darán al fuego y quemarán armas, escudos y paveses, arcos y flechas, mazas y lanzas, y harán lumbre con ellas por siete años. 10 No tendrán que traer leña del campo ni cortarla en los montes; harán el fuego con las armas, y expoliarán a sus expoliadores, y depredarán a sus depredadores, dice el Señor, Yahvé. 11 Aquel día daré yo a Gog un lugar de sepultura en Israel: el valle de los Abarim, al oriente del mar; allí será sepultado Gog con todas sus muchedumbres, y se llamará el valle de Amón-Gog. 12 Le dará sepultura la casa de Israel, para purificar la tierra, y estará sepultándolos durante siete meses. 13 Los sepultará todo el pueblo de la tierra, y quedará famoso para ellos el día en que yo seré glorificado, dice el Señor, Yahvé. 14 Designarán hombres que vayan por la tierra continuamente reconociéndola, para dar sepultura a los invasores, enterrando a los que quedan sobre la haz de la tierra; la recorrerán buscando por espacio de siete meses, 15 y cuando al recorrerla vean osamentas humanas, tendrán alzada junto a ellas una señal, hasta que los enterradores las sepulten en el valle de Amón-Gog. 16 Así purificarán la tierra. 17 Y tú, hijo de hombre, así habla el Señor, Yahvé: Di a las aves de toda especie y a todas las bestias del campo: Reunios y venid. Juntaos de todas partes para comer las víctimas que yo inmolo para vosotras, sacrificio inmenso, sobre los montes de Israel. Comeréis las carnes y beberéis la sangre, 18 comeréis carne de héroes, beberéis sangre de príncipes de la tierra; carneros, corderos, machos cabríos y toros gordos como los de Basan. 19 Comeréis gordura hasta saciaros, beberéis sangre hasta embriagaros de las víctimas que para vosotras inmolaré. 20 Os saturaréis a mi mesa de caballos y jinetes, de héroes y guerreros de toda suerte, dice el Señor, Yahvé. El profeta sigue describiendo las proporciones de la catástrofe del ejército invasor. Será tal su derrota y el número de sus guerreros caídos en la batalla, que los israelitas tendrán provisión de leña para siete años con las armas de los invasores (v.9). Gog encontrará su sepultura en la zona dominada por Israel, en el
valle de Abarim, al este del Jordán, lugar de muchos monumentos megalíticos.1 Se cambiará el nombre en
Amón-Gog, o
muchedumbre de Gog (v.11), porque allí fue sepultado su ejército. Los israelitas tendrán que dedicarse con ahinco a enterrar los miles de cadáveres que yacen en el campo durante
siete meses. Esta expresión, como la anterior de
siete años, indica simplemente un largo lapso de tiempo. Los cadáveres mancillaban con impureza legal el lugar donde se encontraban 2; por eso era preciso buscarlos cuidadosamente, de modo que la tierra de Yahvé no estuviera contaminada. Para facilitar el trabajo a los enterradores, se nombraría una comisión de hombres para reconocer el terreno, los cuales debían poner una señal donde encontraban un cadáver (v.14). Los enterradores debían recoger el cadáver, señalado con una indicación por los miembros de la comisión investigadora, y los trasladaban al valle de
Amón-Gog, fuera de los límites de la Tierra Santa (v.16). En la estructura que Ezequiel va a trazar en los capítulos siguientes para la Tierra Santa, exige que ésta se vea libre de toda contaminación ilegal 3.
El profeta invita, además, a todas las aves del cielo y a las fieras del campo a participar del banquete del
sacrificio inmenso de la gran hecatombe4. En los sacrificios del templo, una parte de la víctima inmolada la comían los oferentes y convidados. Aquí son convidados por Yahvé las fieras del campo y las aves del cielo a participar de la carroña de los restos del ejército que ha quedado tendido en los
montes de Israel (v.17). Las frases de invitación son duras e irónicas:
comeréis carne de héroes. (v.18). Los mejores guerreros del ejército invasor serán pasto ignominioso de las aves y fieras. Toda esta hecatombe ha sido como un
sacrificio que ha
inmolado Yahvé (v.19) en honor de estos animales carniceros.
Glorificación del nombre de Yahvé (21-29).
21 Haré ante las gentes muestra de mi gloria, y todas verán las justicias que yo hago y los castigos con que hiere mi mano. 22 La casa de Israel sabrá para adelante que yo soy Yahvé, su Dios. 23 Y las gentes conocerán que por sus iniquidades fue llevada la casa de Israel al cautiverio, porque se había rebelado contra mí, y yo escondí de ella mi rostro y la entregué en manos de sus enemigos, para que todos juntos cayesen a la espada, 24 tratándolos según sus inmundicias y sus transgresiones y escondiendo de ellos mi rostro. 25 Por tanto, dice el Señor, Yahvé: Ahora voy a hacer volver la cautividad de Jacob, y tendré misericordia de la casa de Israel, velando por mi santo nombre. 26 Y ellos olvidarán los oprobios sufridos y sus rebeldías contra mí, cuando habiten seguros en su suelo, sin que nadie los perturbe; 27 cuando los saque de entre las gentes y los reúna de las tierras de sus enemigos y me santifique a los ojos de las gentes: 28 sabrán que yo soy Yahvé, su Dios, lo mismo cuando los llevé al cautiverio entre las gentes que cuando los reuní en su tierra. No dejaré allí ni uno solo, 29 ni les esconderé mi rostro, porque habré derramado mi espíritu sobre la casa de Israel, dice el Señor, Yahvé. La gran victoria sobre el enemigo invasor será ocasión de reconocer la
gloria de Yahvé, pues todos serán testigos de la implacable
justicia suya, que envía sus castigos, sin dejar nada impune. De un lado,
la casa de Israel reconocerá a Yahvé por su Dios, que los ha castigado primero y los ha salvado después, y de otro,
las gentes reconocerán que, si Israel fue vencido y llevado al cautiverio, no fue por impotencia de su Dios, sino por sus
rebeldías y pecados, que exigían el castigo divino, y sobre todo el mayor de todos:
que Yahvé escondiera su rostro para que Israel se sintiera solo entregado a sus propias fuerzas ante sus enemigos (v.23).
Pero, después de haberlos castigado según sus merecimientos, Dios ha decidido salvarlos de nuevo para mostrar su amor hacia Israel y su omnipotencia ante los gentiles,
velando por su santo nombre (v.25). Por el celo de su honor, Yahvé ha hecho volver a los israelitas del cautiverio y ha vencido estrepitosamente a sus enemigos. Con este milagroso retorno, Yahvé aparecerá
santificado a los ojos de las gentes (v.27), es decir, se le reconocerá su santidad al castigar a su pueblo, y su omnipotencia al liberarlo. Tanto cuando los envió al cautiverio como cuando los hizo retornar de él,
se mostró la grandeza del Dios de Israel (v.28). Ya no volverá a
esconder su rostro de ellos, sino que los protegerá indefinidamente, pues les infundirá
un espíritu nuevo sobre los ciudadanos de la nueva teocracia, de forma que siempre vivan vinculados a El, sin que vuelvan a sus transgresiones pasadas (v.29) 5.
La Nueva Teocracia de Israel (c. 40-48).
La misión de Ezequiel era consolar a los exilados y alentar en ellos la esperanza de la resurrección nacional. En los capítulos anteriores ha hablado insistentemente sobre el triunfo definitivo de Israel sobre los enemigos. Ahora va a abordar la cuestión sobre la restauración del templo y del nuevo culto. El templo de Jerusalén había sido el centro de la vida religiosa antes del exilio y ahora estaba totalmente destruido. En la nueva reconstrucción nacional no faltará el templo como centro de la vida de los ciudadanos de la nueva teocracia. La descripción es idealista: la nueva Tierra Santa debe estar totalmente libre de pecado, y los israelitas del futuro sentirán una espacialísima veneración por todo lo sagrado relacionado con Yahvé. Esta preocupación cultual es característica de esta última parte del libro de Ezequiel. Desde el punto de vista literario, la descripción detallada de la nueva estructura de Israel es muy convencional y simbólica:
el nuevo Israel aparece organizado teocráticamente bajo Yahvé como rey, que tiene su residencia en el templo de Jerusalén y desde allí gobierna y preside todas las actividades del pueblo.
La descripción del templo-palacio de Yahvé es minuciosa, para impresionar al auditorio (c.40-43); y toda la vida de culto aparece con un boato y magnificencia que oscurece a las del antiguo templo de Salomón (c.44-46). La idea central de estos capítulos es la
santidad de Yahvé, que exige perfección y pureza máxima en todo. Hasta las proporciones del templo deben estar presididas por la máxima simetría, símbolo de lo perfecto. En lo esencial, la descripción del templo está calcada sobre lo que nos dice la Biblia acerca del antiguo de Salomón. En lo interior hay modificaciones conforme a la estructura ideológica que el profeta quiere imprimir a cada detalle. El templo morada de Yahvé estará más aislado de lo profano que el antiguo, destruido en 586 a.C.
El honor y la majestad de Dios exige que se guarden las distancias, de forma que nada que no sea santo se acerque a su recinto. Naturalmente, este templo soñado por Ezequiel nunca tuvo realización, y permaneció en los archivos de la escatología 6. Ezequiel es un profeta que juega con ideas, y a éstas queda todo subordinado, tanto en la estructura del templo como en la organización del futuro culto. Su misión como profeta
era consolar y sembrar esperanza, y, con esta preocupación,
idealiza la estructura de la nueva Tierra Santa y de su templo, lo mismo que
idealizan los profetas los tiempos mesiánicos.
1 Cf. F. Abel,
Géog. pal. II 259. 2
Num_19:11;
Num_15:18;
Num_31:19. 3 Cf.
Eze_43:7-9- 4 Cf.
Isa_30:31;
Isa_34:6;
Jer_46:10;
Sof_1:7-8. 5 Cf.
Eze_36:26-27;
Eze_11:19. 6 G. Ricciotti,
Storia d'Israele II 119.