Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
31. La Justicia de Yahvé.
Inutilidad de la ayuda de Egipto (1-3).
1 Ay de los que bajan a Egipto en busca de socorro, y confían en los caballos, y en la multitud de carros ponen su esperanza, y en la fuerza de los jinetes! Pero no miran al Santo de Israel y no buscan a Yahvé. 2 Pero también El es diestro en traer males y no retira su palabra. Y se levantará contra la casa de los malvados, contra el socorro de los que obran la iniquidad. 3 El egipcio es un hombre, no es un dios, y sus caballos son carne, no son espíritu. Y en tendiendo Yahvé su mano, caerá el protector y caerá el protegido, ambos juntamente perecerán. Egipto era famoso por sus caballos 1 y era la única potencia que podía disponer de carros de combate frente a Asiría. Las pequeñas naciones de la costa siró-fenicio-palestina confiaban desmesuradamente en el poder militar egipcio, y ahora el profeta lo declara abiertamente. Los políticos de Jerusalén se preocupan de todo menos de Yahvé,
el Santo de Israel. Pero Dios sabe esperar su hora, y a su tiempo enviará el castigo
(es diestro en traer males, v.1) y mantendrá su
palabra relativa a los castigos futuros, cuya realización se retarda solamente por pura misericordia. En realidad, el que dirige el curso de la historia es Dios, y, por tanto, de nada servirán poderes que, como el egipcio, son sólo
hombres, ayudados de medios materiales, que son sólo
carne (v.3). Por tanto, cuando Yahvé levante su mano para castigar,
caerá el protector (Egipto) y el
protegido (Judá).
Yahvé, único salvador de Judá (4-9).
4 Porque así me ha dicho Yahvé: Como león que ruge o como cachorro de león sobre su presa, contra el cual se reúne toda la turba de pastores, pero no se acobarda de sus gritos ni se turba ante el ruido de ellos, así Yahvé de los ejércitos descenderá a la lucha en el monte de Sión, en su collado. 5Como aves que levantan el vuelo protegerá Yahvé de los ejércitos a Jerusalén; protegiendo salvará, perdonando dejará escapar. 6Volveos, hijos de Israel, a aquel de quien tan profundamente os habéis separado. 7Porque, en aquel día, cada cual tirará sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que vosotros os hicisteis con vuestras manos pecadoras. 8Asur caerá a la espada, que no es espada de hombre, y espada de uno que no es hombre le devorará. Huirá ante la espada, y sus jóvenes (guerreros) serán cautivados, 9y de terror desaparecerá su roca, y sus príncipes, espantados, abandonarán la bandera. Así dice Yahvé, que tiene su fuego en Sión, y su horno en Jerusalén. Parece que este fragmento tiene un carácter de liberación, en contraposición al anterior, de castigo por la mala política de los jefes israelitas. De nuevo nos encontramos aquí con la alternancia de amenazas y promesas, tan usual en la literatura profética. Dios sale a defender a Jerusalén
como un león su presa, sin hacer caso de los que se opongan a ello
(los pastores). Es una imagen gráfica que expresa la
decisión de Dios en la defensa de Jerusalén 2. Yahvé, pues,
desciende a la lucha. en Sión (v.4) para defenderla contra sus enemigos. Esta protección de Dios sobre Jerusalén queda más esclarecida con el otro símil de las
aves que levantan el vuelo (v.6)
? revolotean sobre sus nidos protegiendo a sus pollitos 3. El profeta invita a los israelitas a corresponder a esta gracia de la liberación de los enemigos, entregándose de lleno a Yahvé y abandonando sus antiguos cultos idolátricos (v.6-7). Las manos de ellos eran
pecadoras, porque habían contribuido a multiplicar los ídolos por ellas fabricados. De nuevo la mente del profeta se refiere al hecho de la liberación de Asiría, que no es obra de política humana, sino de Dios: Asur
caerá a la espada, que no es espada de hombre (v.8). Si sucumbe en la guerra, no es por efecto de los ejércitos contrarios, sino por la intervención de Dios, que así dirige el curso de la historia. Los asirios huirán despavoridos, y
desaparecerá la roca, e.d., su sostén material, el jefe del ejército o rey, y vendrá la deserción general. Y todo este pánico es efecto de la intervención de Yahvé, que para los enemigos de Judá tiene el efecto de un fuego devorador:
Yahvé, que tiene su fuego en Sión y su horno en Jerusalén. Quizá aquí traiga esta imagen por asociación de ideas con el
Ariel Deu_29:1ss, o sencillamente juegue con la imagen bíblica de la ira divina, manifestada como un
horno ardiendo que devora a sus enemigos (
Sal_21:9).
1 Cf. diodor., 1:45; hom.,
Ilíad. 9,383. 2
Algunos autores prefieren entender la imagen en sentido contrario: Yahvé, por medio de Asiría, despedazaría a Sión como el león la presa, sin hacer caso de los pastores (políticos de Judá y egipcios) que a ello se oponían. Pero en el v.5 se habla de una
protección de Yahvé sobre Jerusalén. 3 Condamin supone que falta algo en el versículo, en el que se indicaría la
huida de los enemigos como aves que levantan el vuelo.