Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
40. El Poder de Dios.
E n los animales antes citados brillaba la sabiduría de Dios, que los dotó de tan maravillosos instintos. Ahora el hagiógrafo lleva su atención hacia los animales excepcionales por su vigor y fuerza: el hipopótamo y el cocodrilo, ambos de la fauna de Egipto.
La majestad arrollador a de Yahvé (1/6-9/14).
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Replicó Yahvé a Job desde el torbellino, diciendo: 2
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Cíñete, cual varón, tus lomos; yo te preguntaré, enséñame tú. 3
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¿Aún pretendes menoscabar mi juicio? ¿Me condenarás a mí para justificarte tú? 4
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¿Tienes tú brazos como los de Dios y puedes tronar con voz semejante a la suya? 5
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° Adórnate, pues, de gloria y majestad, revístete de magnificencia y esplendor. 6
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Distribuye a torrentes tu ira y humilla al soberbio sólo con mirarle. 7
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Mira al orgulloso y abátele, y aplasta a los malvados en su sitio, 8
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Ocúltalos a una en el polvo, encarcela a sus personas en la prisión, 9
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y yï entonces también te alabaré, porque tu diestra te dio la salvación. Con la fórmula introductoria, similar a la
Deu_38:1, se invita a Job a dar respuesta a las interrogaciones y enigmas que va a plantear Dios, que está majestuosamente hablando desde el torbellino, en consonancia con su dignidad superior.
Los juicios ligeros de Job han pretendido empañar el fulgor de la justicia divina para buscar una justificación a su situación (v.3/8). En realidad, es ridicula su pretensión, dada su insignificancia en comparación con el Todopoderoso (v.4/9). El poder de Dios se manifiesta en las tormentas y teofanías en las que cruje el trueno, que es su voz. Rodeado de majestad, habla Yahvé desde la tempestad y manifiesta su ira, enviando el rayo tonante contra el soberbio y engreído que se atreve a poner en duda el poder divino (v.6/11). Con sólo su mirada le abate, y después de enviarles la muerte ocultándolos en el polvo , los encarcela en la prisión, la región tenebrosa subterránea de los muertos (v.8/13). ¿Puede Job hacer tales cosas? En ese caso podría alternar con el Omnipotente y aun recibir sus alabanzas y parabienes, pues por su propia mano habría logrado su salvación o justificación de su causa.
Descripción del hipopótamo (10/15-19/24).
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He ahí al hipopótamo, creado por mí, como lo fuiste tú,! que se apacienta de hierba como el buey. 1
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Mírale: su fuerza está en sus lomos, y su vigor en los músculos de su vientre. 12
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Endereza su cola como un cedro; los nervios de sus muslos se entrelazan; 13
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Sus huesos son como tubos de bronce; sus costillas son como palancas de hierro. 14
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Es la obra maestra de Dios; a él le entregó la espada su Hacedor. 15
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Los montes le ofrecen su tributo, mientras retozan allí todas las bestias del campo. 16
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Echase debajo de los lotos, en los escondrijos y cañaverales del pantano; 17
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los arbustos le dan sombra, le rodean las mimbreras del torrente, 18
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Crezca el río: él no se espanta, está seguro, aunque le llegue un Jordán al hocico. 19
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¿Le capturarán a sus ojos? ¿Taladrará nadie con el anillo su nariz? El hipopótamo y el cocodrilo son característicos de la fauna de Egipto, como ya lo señala Heródoto 1. En la descripción se presenta al primero como el bruto por excelencia, el animal más vigoroso y fuerte de cuantos Dios ha creado. Su complexión robusta, de macizo paquidermo, y su condición de anfibio excitan la admiración del hagiógrafo: no teme la crecida de las aguas y retoza tranquilo por los juncales de las riberas del Nilo. Por su fuerza y aspecto terrorífico, nadie se atreve a conducirlo por el anillo de la nariz como al toro domesticado. ¡Es la obra maestra de Dios! (v. 19-24).
El cocodrilo (20/25-28/1).
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¿Puedes tú agarrar con anzuelo al cocodrilo y atarle una cuerda a la lengua? 21
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¿Le meterás un junco por la nariz y atravesarás con el anillo sus mandíbulas? 22
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¿Te dirigirá ruegos suplicantes o te lisonjeará con palabras? 23
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¿Hará pacto contigo? ¿Lo tomarás a tu servicio? 24
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¿Jugarás con él como con un pájaro, le atarás para juguete de tus niñas? 25
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¿Traficarán con él los (pescadores) asociados, se lo repartirán los mercaderes? 26
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¿Llenarás de flechas su piel y le hundirás el arpón en la cabeza? 27
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Ponle encima la mano; te quedará recuerdo de la riña y no volverás. 28
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He aquí que su esperanza queda frustrada: a su sola vista quedará aterrado.
Al cocodrilo se le llama aquí Leviatán el monstruo marino de la mitología popular 2 para destacar su carácter terrorífico, como al hipopótamo se le llamaba en el fragmento anterior behemot, también animal monstruoso del folklore bíblico. Irónicamente, el hagiógrafo destaca la inutilidad de los esfuerzos humanos por domesticar y aun capturar como un pez al temible saurio (v.20-25), y menos convertirlo en juguete de los niños (v.24-29). Algún autor ha visto en esta frase una alusión a los juguetes articulados egipcios en forma de cocodrilo 3; pero nada en el contexto insinúa esta interpretación. Son simples frases literarias bellísimas que describen el carácter terrorífico e indoméstico del cocodrilo. Ni siquiera los pescadores pueden sacar provecho de él como de los demás animales acuáticos (v.25-30). No se le puede cazar ni con flechas ni arpones, y menos con red. Por otra parte, nadie puede acercarse y agarrarlo con la mano, pues a sólo su vista quedaría aterrado.
1 Cf. Heródoto, 1, 68-71; Plinio, Hist. Nat. VIII 37-39. 2 Cf. com. a
Job_3:8. 3 Véase P. Humbert, Recherches sur les sources égyptiennes de la liltérature sapientiale d'Israél (Neuchátel 1929) p.g8.