I Macabeos 11, 1-8

El rey de Egipto reunió un ejército numeroso como las arenas de la playa y una gran flota. Intentaba apoderarse astutamente del reino de Alejandro y unirlo al suyo. Salió, pues, hacia Siria en son de paz y la gente de las ciudades le abría las puertas y salía a su encuentro, ya que tenían orden del rey Alejandro de salir a recibirlo porque era su suegro. Pero una vez que entraba en las ciudades, Tolomeo dejaba una guarnición militar en cada una de ellas. Cuando llegó cerca de Asdod, le mostraron el templo de Dagón incendiado, la ciudad y sus aldeas destruidas, los cadáveres esparcidos por el suelo y los restos calcinados de los abrasados en la guerra con Jonatán, pues los habían amontonado a lo largo del recorrido. Contaron al rey lo que había hecho Jonatán para que el rey le censurara, pero el rey guardó silencio. Jonatán salió al encuentro del rey con gran fasto en Jafa; se saludaron y pernoctaron allí. Luego Jonatán acompañó al rey hasta el río Eléutero y regresó a Jerusalén. El rey Tolomeo, por su parte, se hizo dueño de las ciudades de la costa hasta Seleucia Marítima, mientras tramaba planes siniestros contra Alejandro.
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