II Macabeos 10, 1-8

° Macabeo y los suyos, guiados por el Señor, recuperaron el templo y la ciudad, destruyeron los altares levantados por los extranjeros en la plaza pública, así como los recintos sagrados. Después de haber purificado el santuario, construyeron otro altar; sacaron fuego de las chispas del pedernal y, tras dos años de interrupción, ofrecieron sacrificios y prepararon el incienso, las lámparas y los panes de la ofrenda. Hecho esto, rogaron al Señor, postrados rostro en tierra, que no permitiera que volvieran a caer en tales desgracias, sino que, si alguna vez pecaban, los corrigiera con benignidad y no los entregara en poder de los blasfemos y bárbaros gentiles. Aconteció que el mismo día en que el santuario había sido profanado por los extranjeros, es decir, el veinticinco del mismo mes de casleu, tuvo lugar la purificación del santuario. Lo celebraron con alegría durante ocho días, como en la fiesta de las Tiendas, recordando cómo, poco tiempo antes, por la fiesta de las Tiendas, estaban cobijados como animales salvajes en montañas y cavernas. Por ello, llevando varas cubiertas con hojas de hiedra y parra, ramos verdes y palmas, entonaban himnos hacia Aquel que había llevado a buen término la purificación de su lugar. Por votación y decreto público prescribieron que toda la nación judía celebrara anualmente fiesta aquellos mismos días.
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